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"Observatorio"

"Al narco, ¿amnistía o guerra?"

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OBSERVATORIO

    Sutil plan antinarco de López
     
     
    Es poco probable que los principales capos del narcotráfico estén esperando, o acepten, el indulto que les ofrece Andrés Manuel López Obrador a cambio de que depongan las armas y emigren a actividades ajenas al trasiego de drogas, lo cual vuelve impostergable el plan “b” del nuevo régimen frente al crimen organizado en general.
     
    En el primer paquete de iniciativas que López Obrador enviará al Congreso de la Unión en cuanto asuma el poder el primero de diciembre, se nota la ausencia de acciones en seguridad pública y en específico de combate a la gran delincuencia. Inclusive, en su catálogo de promesas de campaña, el tema del narcotráfico en México se aborda con cierta marginalidad.
     
    Dirán los amloístas sin prisa que es muy temprano para pedir definiciones. Y sí. Aunque es tarde también para solo oír las reminiscencias de la elección arrasadora, empoderamientos pasmosos e ilusiones inatendibles, sin dar el paso que sigue hacia los vislumbres del “cambio verdadero”. Estamos en el momento exacto de requerir los hechos.
     
    Esa es la razón por la que exaspera la falta de programas categóricos en temas como Ley de Seguridad Interior, Ejército regresando a los cuarteles o permaneciendo en las calles, restablecimiento o mayor acotación de la función policiaca, Mando Único y políticas públicas que abatan el índice de homicidios. Que no sea la tardanza el síntoma de que a la atención al flagelo de la violencia se le resta prioridad en la agenda del nuevo régimen.
     
    Un barrunto de la estrategia de López Obrador contra la delincuencia sería la creación de la Secretaría de Seguridad Pública con las reestructuras que exige el tiempo actual, al ras de la ingobernabilidad. Los 220 mil homicidios registrados de 2006 a la fecha determinan la emergencia nacional por la paz.
     
    Otros rasgos serían la creación de la Guardia Nacional en la que participarían militares y corporaciones civiles, reuniones diarias del Gabinete de Seguridad de evaluación sobre la incidencia de la violencia en el país, rediseño de la Plataforma México y direccionar a la capacitación de policías los recursos que se utilizan para el espionaje político.
     
    En el apartado de seguridad pública que elaboró Alfonso Durazo para el Proyecto de Nación 2018-2024, resulta complicado identificar alguna intervención de Estado distinta a lo que se implementa actualmente contra los grupos del crimen organizado. Inclusive la articulación con los estados y municipios es harina del viejo costal.
     
    Hay planteamientos ligeros como crear el Colegio Nacional de Seguridad Pública para incorporar a 6.87 millones de ninis (que ni estudian ni trabajan) y capacitarlos para que profesionalicen las policías, desconociendo que el narcotráfico les lleva delantera en cuanto a reclutamiento y remuneración de jóvenes empujados al hampa por el desempleo. 
     
    Y así, con ideas que delatan la ocurrencia por encima de lo profundo, es posible armar el sutil rompecabezas anticrimen de AMLO, ligerezas que ocasionan que lo que más se conoce es la oferta de dar amnistía a los líderes criminales, lo cual está bien como artilugio proselitista que compite con la jalada de Jaime Rodríguez Calderón de amputarles las manos a los corruptos.
    La estrategia de López Obrador contra el crimen organizado no va más allá del mismo garabato transexenal plasmado con sangre. Hasta el momento naufraga en el sofisma del indulto, que pocos conocen, que a nadie convence y por lo tanto inducir al debate con ese único referente resulta ocioso, peligrosamente morboso.
     
    Re-verso
    Obedece la impaciencia,
    A ese fuego pertinaz,
    Que lanza la delincuencia
    Para matarnos la paz.
     
    Nomás por preguntar
    Concediendo que en Sinaloa tenemos la retracción en delitos de alto impacto, ¿qué está pasando entonces con el combate al delito común que causa estragos en la población en general? ¿Quién se hace cargo del clima de inseguridad que afecta a Culiacán y las principales ciudades de Sinaloa? ¿Por qué cualquier malandrincillo actúa a sus anchas, con policías que nunca están donde se les necesita? ¿Nos han abandonado a expensas del crimen consuetudinario?
     

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