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"Observatorio"

"Alejandra Gil, obediencia y deshonra"

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OBSERVATORIO

    A Echeverría, disimulo; a ella, dureza 
     
     
     
     
    A primera vista, María Alejandra Gil Álvarez parece una mujer frágil, de cuerpo endeble y de mente influenciable, tal como el engranaje más pequeño del reloj que mueve el tiempo aun siendo tan vulnerable. Ella es, así de menuda, otra pieza del descomunal fraude cometido en la Secretaría de Salud durante el Gobierno de Mario López Valdez.
     
    Sin embargo, en su condición de indiciada está expuesta a un sistema de justicia que continúa siendo débil contra los fuertes y fuerte contra los débiles, lo cual hace probable que caiga sobre ella todo el peso de la culpa que para otros ha significado recibir indulgencia inaudita.
     
    Esta mujer, en el cargo de Directora Administrativa de Servicios de Salud que desempeñó como subordinada de Ernesto Echeverría Aispuro, operó instrucciones para contratar los servicios de imagenología a empresas fantasmas que cobraban pero no proporcionaban el producto a miles de pacientes de hospitales públicos.
     
    La empresa Herramientas Médicas Sociedad Anónima de Capital Variable, en la cual eran socios Echeverría y la familia Salido, le facturó alrededor de 14 millones de pesos al Gobierno de Sinaloa de manera fraudulenta, siendo Gil Álvarez la que ejecutó la orden dada por su jefe, el ahora ex Secretario de Salud, quizás como un acto inocente de fidelidad ciega o tal vez con el interés preconcebido sobre un porcentaje del recurso expoliado.
     
    Lo extraño es que de los tres involucrados en este apartado del desfalco en Salud, sea esta ex funcionaria, la parte más delgada de la cuerda de corrupción, la que sostiene la carga de la acusación. A Echeverría se le redujo a la mitad el monto que sustrajo del erario y le dieron facilidades para pagarlo en tres parcialidades, mientras que el otro implicado, Jaime Otáñez García, ex director de Atención Médica, libró el caso por sobreseimiento.
     
    Sin estar a discusión si María Alejandra es culpable o inocente, lo que vale la pena resaltar es el trato diferenciado que posiblemente se le está otorgando en una carpeta de investigación en la cual el debido proceso está en duda al interferir valoraciones de tipo político y económico que propician que a los presuntos culpables la justicia los mida con distintas varas.
     
    La Fiscalía General del Estado procede a investigar hacia abajo del tejido podrido de la Secretaría de Salud, en vez de ir a lo más alto de la cadena de mando en la institución. Por ejemplo, ¿consultó Ernesto Echeverría al entonces Gobernador Mario López Valdez al momento de contratar a la pseudo firma Herramientas Médicas? ¿Esto es parte de lo autorizado por Armando Villarreal, ex Secretario de Finanzas? ¿Ejerció coerción Echeverría contra su empleada María Alejandra Gil?
     
    Son interrogantes que los sinaloenses formulan al conversar con denuedo sobre la huella de corrupción que entre más tiempo pasa es más evidente, al grado de que el sexenio de Malova sienta un precedente, el parteaguas o el antes y después, en el tema de la opacidad y manejo irregular de recursos públicos.
     
    Las respuestas no llegarán porque en una operación de cirugía jurídica se pretende aislar a Echeverría del resto de los factores que intervinieron en la comisión de delitos contra la Secretaría de Salud estatal. Lo que se propone es extirpar ese tumor de corrupción sin tocar a marcas como Mi Salud o a poderosos como Mario López Valdez, que resultaron vitales en la maniobra del saqueo.
     
    De lograrse tan pura disección, María Alejandra Gil será el chivo expiatorio en este expediente que del escándalo transitó pronto a la acción concertada para clausurar y sanear la gran sentina. Y con esa cabeza colgada en la plaza como escarmiento para los latrocidas, lo más seguro es que los auténticos responsables se carcajeen y los actuales servidores públicos lo interpreten como licencia para robar.
     
    Re-verso
    La impunidad es franquicia,
    Que le otorgan al caballero,
    Y a la dama, la justicia,
    La castigará con gran esmero.
     
    Nuestra mágica realidad
    Al mismo tiempo que la empresa de extreaming Netflix induce la conjetura de que durante el sexenio de Malova se le dio protección a Joaquín Guzmán Loera, el abogado de “El Chapo” fracasa en la estrategia que presenta ante el juez federal de Estados Unidos, Brian Cogan, para convertir al jefe del Cártel de Sinaloa en víctima de la impasible justicia estadounidense. Y en medio de todo emerge una nueva dama de hierro: Emma Coronel Aispuro.
     

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