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"Opinión"

"AMLO, la izquierda y la derecha"

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21/07/2018

    Arturo Santamaría Gómez

    El periódico brasileño O Globo, uno de los dos más influyentes del país amazónico, el otro es Folha do Sao Paulo, el mismo día de las elecciones mexicanas entrevistó a Enrique Krauze y a Paco Ignacio Taibo II. El prolífico escritor de novela negra e infatigable historiador, a pesar de ser militante de Morena y un hombre muy cercano a López Obrador fue más equilibrado en su análisis sobre AMLO que el ensayista liberal, el cual es muy crítico del tabasqueño. Taibo anticipó, a pregunta del reportero carioca, que el Peje, como Presidente, estaría bajo la presión tanto de la derecha empresarial y política como de los movimientos sociales de izquierda. Cierto.
     
    El primer paso de la estrategia de los empresarios que más lo criticaron y/o presionaron, como la CEE y la Coparmex, una vez que triunfó el tabasqueño, fue invitarlo a hablar con ellos, adularlo y establecer algunos objetivos de trabajo conjunto. No es irrelevante mencionar que una de las dos primeras reuniones políticas de López Obrador después de su triunfo fue con ellos. Quiso calmar los mercados, cosa que logró aun desde antes de la jornada electoral, y confirmar que no iba a ser un Presidente anti empresarial como lo había dicho incesantemente, de manera absurda e indemostrable, la propaganda de los mismos magnates y los intelectuales de derecha. Por lo pronto, los grandes hombres y mujeres de negocios, la derecha política e intelectual están entre la expectativa defensiva y una crítica más moderada, aunque los sufragistas contrarios a través de las redes persisten en sus denuestos y temores.
     
    La izquierda radical, como el EZLN, ha sido mucho más crítica con AMLO que la derecha. No le concede ni el beneficio de la duda, aunque el Peje ya busca el diálogo con los zapatistas a través del padre Solalinde, al cual repudian los insurgentes chiapanecos. En el seno de MORENA hay miles de miembros que se declaran de izquierda, desde la liberal, la socialdemócrata, la nacionalista revolucionaria y la marxista de todas las corrientes ideológicas que usted quiera. Algunos guardan discreción, otros esperan que AMLO ya esté en Palacio Nacional para opinar con más firmeza, otros confían plenamente en él y están de acuerdo con sus planteamientos y primeros pasos, pero algunos no están conformes con las primeras decisiones políticas que está tomando. No les gusta que en su gabinete haya muy pocos miembros con una trayectoria de izquierda. La única en ese nivel es la joven abogada Luisa María Alcalde, quien será Secretaria del Trabajo. En la segunda línea de mando, en las subsecretarías, sí estarán varios más, como Alejandro Encinas o Raquel Sosa, que vienen desde el PCM y estuvieron también en el PRD.
     
    Sin embargo, donde emergen más insatisfacciones con MORENA es a nivel de los municipios, al menos así sucede en algunos de Sonora y Sinaloa, por lo menos.
     
    Activistas que apoyaron a MORENA en Sinaloa señalan que en Guasave, por ejemplo, los integrantes del equipo de gobierno que se han mencionado pertenecieron al PAN y al PRI. En Culiacán también surgen desconfianzas y en Mazatlán se escucha lo mismo.
     
    De los nombres que ha mencionado el químico Benítez, Alejandro Camacho es un político experimentado y confiable que puede ayudar mucho a hacer un buen gobierno progresista. La profesora Martha Mendívil, quien realizó un excelente trabajo de medios en la campaña de Guillermo Benítez, es una comunicóloga, que sin trayectoria partidaria, es una profesional muy capaz, y Humberto Álvarez, es un joven periodista sin andares políticos. Fuera de esos nombres, confieso desconocer a otros que se han nombrado; pero, hasta el momento, no aparece nadie con un recorrido de izquierda que pueda proyectar una sensibilidad social comprobada.
     
    El químico ha demostrado ser un hombre muy trabajador y leal a AMLO, además de cercano a él, lo cual, en un sistema político presidencialista es muy útil. Ha sido consecuente con el ideario morenista, inteligente y cauto en sus primeras declaraciones, pero no se ve, hasta el momento, que vaya a guardar un equilibrio ideológico en su gabinete incorporando a cuadros profesionales, los cuales abundan, con un claro y largo compromiso social y político de izquierda.
     
    Sería un gran error del químico, de Estrada Ferreiro o de Chapman, tan sólo por mencionar los alcaldes electos de las principales ciudades del estado, excluir de sus gabinetes a los militantes de MORENA. AMLO lo ha hecho en el primer nivel del gabinete federal pero él es el gran caudillo, y ninguno de los tres mencionados lo son como para contener a los descontentos. 
     
    Ignorar a sus propios militantes es ir socavando desde ahora el apoyo partidario. No podrían garantizar un triunfo de MORENA dentro de tres años. Este es un partido naciente y tiene que consolidarse con sus propios militantes, no podrá depender siempre de Andrés Manuel. Ningún partido puede sostenerse en el poder si quienes han hecho la faena por años son excluidos de las tareas de gobierno y del objetivo de crear una nueva cultura política.
     
    A Chapman, por ejemplo, le están presentando sus currículums personas plenamente identificadas con el malovismo. De aceptarlos en el gabinete sería una verdadera traición no tan sólo a los miembros del partido que lo hizo ganar sino a la esperanza ciudadana de un cambio real, que desea gente honesta y convencida de una verdadera transformación del País.
     
    Al margen del desgaste priista por sus largos años en el poder y su imagen corrupta, una de las razones por la que muchos de sus cuadros de base se incorporaron con poco entusiasmo a la campaña de Meade fue justamente porque el economista itamita no era del partido. Y las severas fracturas y hondos desánimos del PAN en la campaña se explican en gran parte porque la dirección de su partido entregó numerosas candidaturas a miembros de otros partidos, tal y como sucedió con el PAS en Sinaloa.
     
    MORENA en Sinaloa debe aprender de esa cercana lección: no se puede marginar tan fácilmente a sus propios militantes. Se entregaron para construir el partido durante cuatro años, durante la campaña trabajaron intensamente y ahora los dejan fuera de las principales tareas de gobierno.
     
    No han flotado descontentos, pero no tardarán en aparecer de continuar esa dinámica.

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