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"Tierra Nuestra"

"Cambio tecnológico, crisis agrícolas y crisis alimentarias"

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TIERRA NUESTRA

    Desde una perspectiva microeconómica, para un economista el mercado es la representación de la interacción entre la demanda y la oferta. Gráficamente se representa por dos líneas que se cruzan y describen el comportamiento esperado de compradores y vendedores. El precio es descubierto en el punto de cruce de ambas líneas.

     
    La demanda tiene pendiente negativa mientras que la de la línea de oferta es positiva. La pendiente de la demanda indica que cuando el precio tiende a caer aumenta la predisposición a comprar; y la de la oferta que, en contrapunto, se reduce la disposición a vender o producir. Por consiguiente, el comportamiento de consumidores y productores es inverso. Los consumidores quieren bajos precios y los productores quieren precios elevados.
     
    Los productos de la agricultura suelen ser en su mayor parte de consumo básico. Además, son indispensables para la vida. Para garantizar el acceso a los alimentos se requiere que las personas o las familias tengan al menos niveles mínimos de ingreso o bien que los precios sean asequibles.
     
    Además, los consumidores quieren precios estables, sin embargo, la producción agrícola depende de condiciones climáticas. Los precios varían significativamente según sea el efecto del clima en las diversas zonas de producción. Un aumento sostenido de los precios, ante ingresos constantes, puede hacer que aumenten el hambre y la desnutrición. De ahí que los precios de los alimentos sean objeto de preocupación de los gobiernos, y que los mercados agrícolas sean de los más intervenidos.
     
    Por otra parte, si los precios son excesivamente bajos los productores pueden caer en crisis. En cambio, cuando los precios son excesivamente altos la producción es insuficiente para cubrir las necesidades de consumo, pero los niveles de rentabilidad serán elevados y con ello se auspiciará tanto mayor inversión como innovación. Con mayor inversión y empleo de recursos y/o avance técnico los precios tenderán a caer. Por consiguiente, los periodos de precios altos suelen ser de corta duración mientras que los de bajos precios suelen ser un fenómeno más permanente.
     
    La persistencia de precios bajos lleva a crisis agrícolas mientras que precios sostenidamente altos a crisis alimentarias. Socialmente, las crisis alimentarias son más importantes que las agrícolas, pero éstas últimas son más frecuentes. Precios continuamente deprimidos no sólo causan que los productores y empresas en el campo entren en crisis, también llevan a la depresión de la economía rural, al aumento de la pobreza y a la emigración. Las crisis agrícolas cuando son profundas se manifiestan como crisis sociales. 
     
    Los precios deprimidos pueden ser explicados por el exceso de producción, a consecuencia de condiciones óptimas de clima, el aumento en el empleo de los recursos (tierra, por ejemplo) o un alza de los rendimientos a causa de innovaciones o el uso de nuevas tecnologías. El avance técnico hace que caigan los costos unitarios, y también los precios que los productores tendrán que aceptar a largo plazo. Gráficamente se representa por un desplazamiento de la línea de oferta hacia la derecha.
     
    A fin de reducir sus costos y mejorar sus niveles de rentabilidad, tanto empresas como productores en lo individual están obligados a innovar e introducir nuevas tecnologías, pero a medida que se estandarizan esos cambios se diluye la ventaja que se deriva de ser innovador. Al final, los precios terminan situados en un nivel más bajo.  Contradictoriamente, los mayores beneficiarios del esfuerzo de los productores y empresas para hacerse más eficientes resultan ser los consumidores. 
     
    Algo más. Si la demanda no se amplía lo suficiente respecto al incremento de la capacidad de oferta, ésta tenderá a concentrarse en los productores y empresas que tienen costos más bajos y que pueden aceptar más bajos precios. En tal sentido, la búsqueda de nuevos mercados es crucial, dado que los mercados tradicionales no dan el espacio que las empresas requieren para crecer y amortizar sus costos fijos. Por lo tanto, el progreso técnico puede llevar a mayor concentración del mercado y a la eliminación de competidores, no a mayor competencia. La reducción de la competencia puede dar lugar a la manipulación de precios.
     
    El progreso técnico en el campo tiene otra implicación importante, las tecnologías tienden a reducir el empleo de recursos, en particular la fuerza de trabajo. Si los recursos desocupados no encuentran uso en otras actividades se puede hacer frente a una situación de grave crisis social. En tal sentido, en ausencia de redes de protección social o de una regulación adecuada de mercados para garantizar condiciones competitivas, se pueden crear situaciones de tensión y de conflicto difíciles de resolver.
     
    Estas reflexiones vienen al punto con relación al artículo anterior de Raymundo Elizalde, respecto a la cuarta revolución industrial en la agricultura. Desde luego, se debe conservar una visión optimista respecto al progreso técnico, sin embargo, también hay que tener presentes sus efectos disruptivos, y sus implicaciones para la sociedad. 
     

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