Editorial
Hoy se inaugura el remodelado Centro de Ciencias de Sinaloa, uno de los pocos espacios dedicados a la educación interactiva en nuestro estado.
La historia del Centro de Ciencias es interesante y a pesar del olvido al que fue condenado en los últimos sexenios su gran logro fue haber permanecido de pie desde 1992, año en que fue construido.
El Gobernador que lo ideó y construyó fue Francisco Labastida Ochoa, uno de los pocos mandatarios sinaloenses que tuvo claro que la educación y la cultura son las bases de todo cambio en una sociedad.
Gobernadores van y vienen, la mayoría se pierde en proyectos de cemento, en corruptelas y en el propio juego sucio de la política, pocos son los que tienen claro que lo hay que sentar son las bases de una sociedad educada y culta.
El Centro de Ciencias tuvo su época de oro en los años 90, al mismo tiempo que nacían otros museos de su tipo en el resto del País: Papalote Museo del Niño, en la Ciudad de México, más tarde Museo Trompo Mágico, en Guadalajara.
Quizá el primero en su tipo en México fue el Centro Planetario Alfa en Monterrey, inaugurado en 1978 y todavía está operando.
El Centro de Ciencias de Sinaloa sobrevivió durante los sexenios de Renato Vega Alvarado, Juan S. Millán y Jesús Aguilar Padilla, pero fue gradualmente perdiendo calidad y vigencia.
Con Mario López Valdez, el centro prácticamente fue destinado al olvido, opacado por el llamado Parque Temático, una de las obras más vergonzosas y delirantes de los gobiernos sinaloenses, destinado a un cierre prematuro y evidencia de un sexenio dedicado a los negocios personales y a las ocurrencias.
Decidido a renovarlo todo, el Gobernador Quirino Ordaz Coppel decidió actualizar el Centro de Ciencias, sin embargo, habrá que ver si es capaz de convertirlo en algo que realmente impacte a las generaciones de niños y jóvenes actuales.
Después de todo, un Centro de Ciencias puede ser solo un museo bonito o el centro neurálgico del desarrollo educativo de toda una región.
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