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"MIS MEMORIAS"

"De Colima a Mazatlán"

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04/12/2018

    Mario Arturo Huerta Sánchez

    Recuerdo la ocasión en que le pregunté a mi padre por qué se había venido a vivir a Mazatlán, y me contestó con un relato que se iniciaba en el Palacio de Gobierno de Colima, en donde se desempeñaba como secretario particular del Gobernador, Teniente Coronel Eduardo Ruiz, nombrado por el General Álvaro Obregón el 14 de julio de 1914. Al concurrir el Gobernador Ruiz a la Convención de Gobernadores y Generales Revolucionarios dejó encargado del poder al Licenciado Ignacio Padilla y a mi padre a las órdenes de este. Primero se instaló la Convención en México el 1 de octubre de 1914, luego se trasladó a Aguascalientes en donde se reanudó el día 10, y se prolongaron los debates hasta el 9 de noviembre, en que la Convención nombró Presidente de la República, con carácter de interino al General Eulalio Gutiérrez. Los zapatistas y villistas lo aceptaron, pero no Venustiano Carranza, por lo que se reinició la lucha armada. Carranza nombró Gobernador y Comandante Militar de Colima al Coronel Juan José Ríos el 15 de noviembre y el día 18 salió este con sus tropas a Guadalajara, dejando desguarnecida la ciudad, por lo que los villistas entraron a Palacio nombrando a otro Gobernador. 

     

    Ahí fue cuando salieron todos los carrancistas, entre ellos mi padre, quien una vez dejó en buen resguardo a mi madre y a mis cuatro hermanos colimenses, Rosa, Enriqueta, Juan y Elvira, se embarcó en Manzanillo hacia San Francisco, en donde tenía amigos que lo habían entusiasmado a ir a buscar fortuna en esa bella ciudad. Aunque no del todo convencido de establecerse en ese lugar, emprendió el regreso con la idea de recoger a la familia, habiéndose embarcado hacia Manzanillo vía Mazatlán. En ese trayecto conoció a don Teodoro Lemmenmeyer, quien radicaba en Mazatlán y que al enterarse del motivo del viaje de mi padre, lo convenció para que desembarcara en el Puerto, en donde lo presentaría con otro alemán que era don Carlos Linga, quien tenía un negocio comercial bien acreditado. La entrevista se realizó con éxito ya que mi padre quedó contratado, iniciando su trabajo de inmediato. Meses después se le presentaron planes a don Carlos para regresarse a Alemania, por lo cual le traspasó el negocio a mi padre, estableciéndose por su cuenta en 1916 en calle Belisario Domínguez #257.

    Previamente se había traído a la familia, ocupando una casa ubicada en el llamado “rebaje” de la calle Guelatao, ahora Ángel Flores, entre las casas de los Moller y los Felton.

     

    Pronto empezó a consolidar su negocio con diversas representaciones, logrando la distribución de Mesas de Billar de la Cía. Brunswic-Balke-Collender, (inglesa) cuyo representante para el País era el Sr. William H. Stanley (quien fue posteriormente mi Padrino de Bautismo), Pianos y Pianolas Store & Clark; cajas de fierro contra incendio Thej. Baum Safe & Lock Co, muebles de metal G.F. Allsteel; mimeógrafos Edison-Dick ; sistema de tarjetas Rodex; máquinas de escribir, de sumar, calcular, protectoras para cheques; era agente de la Casa F.A. Veerkamp y Cía. De Instrumentos Musicales, y otros.

     

    Abrió sucursales en Guadalajara a cargo de un primo hermano de mi mamá Alejandro Gutiérrez Gómez como Gerente y en Tepic a cargo de Ricardo F. Góngora y tuvo como agentes: en Culiacán a S.D.W. Cohen, en Los Mochis al Sr. Francisco Villarreal, papá de mis amigos Francisco y Sergio Villarreal; éste último Gobernador del Distrito Rotario 415 (ahora 4150) en el año rotario 1978-79, los dos viven en Culiacán. 

     

    Tengo el recuerdo de don Francisco cuando venía a tratar negocios con mi papá, después de lo cual se iban a comer a la Casa de los Portales de Cannobio donde vivíamos. Se sentaban en el portal y mi hermano Memo y yo les poníamos discos de ópera: Aída, Carmen, Rigoletto, El Barbero de Sevilla, Madame Butterfly, etc. 

    Le dábamos cuerda a la Victrola y les servíamos sus tarros de Cerveza Pacífico bien helada, y por supuesto nos ganábamos buenas propinas.

     

    En Acaponeta, tenía mi papá como agente a Francisco Echeguren y Cía, Sucs; en Santiago Inc, a José Marín G.; en Tuxpan a Vázquez y Marín y en Ixtlán a Nicolás Castillo. No guardo recuerdo de alguno de ellos. Mi papá ordenó pintar un anuncio espectacular en una pared que quedaba expuesta al haberse remetido la construcción de la Escuela # 1, llamada “La Duquesa”, en la esquina de las calles Constitución y Carvajal. En la parte superior estaba su nombre, en el siguiente renglón se leía “establecido en 1916” y después todos los artículos que tenía para su venta. Por muchos años permaneció ese anuncio, hasta que se construyó la actual escuela, y desapareció.

     

    Mi padre tuvo la idea de impulsar la Sucursal Guadalajara para la cual primero se asoció con el Sr. Pelagio Villalobos en Mazatlán, por lo que se formó la Cía. “Huerta Villalobos”  que se ubicó, en la calle 21 de marzo frente a Palacio Municipal, después de lo cual se fueron a Guadalajara en 1923 con toda la familia que había aumentado con tres mazatlecas (Leonor, Esther y Elisa).

    Durante su estancia allá nacimos mi hermano Memo en marzo de 1926 y yo antes. En enero de 1924.

     

    Al haber logrado su objetivo de consolidar su Sucursal Guadalajara así como por haber surgido dificultades con el socio Pelagio Villalobos, se regresó en septiembre de 1926 a Mazatlán.

     

    Recuerdo como mi mamá y mi madrina la Sra. Stanley festejaban a carcajadas algunas anécdotas de cuando en compañía de mi papá y mi padrino, se vinieron a Mazatlán y al cruzar a lomo de mula “Plan de Barrancas” con mi hermano Memo en brazos, este no dejaba de llorar por lo que lo llamaron el Chato Barrancas. Antes de este divertido viaje, mi papá nos había traído a Mazatlán a los otros ocho hijos, vía Manzanillo, por barco. 

    Mi Papá rentó los altos de la casa de la familia del Dr. Nafarrate en la calle 5 de Mayo “frente a la Plazuela Zaragoza”, en donde estuvimos hasta 1929 año en que nos cambiamos a los Portales de Canobbio en la Plazuela Machado.

     

    De la casa en 5 de Mayo, hubo dos sucesos que siempre he recordado: uno fue la caída que me di en la escalera que rodé  hasta abajo y me descalabré el lado derecho de la frente. Bañándome en sangre, me llevaron al consultorio del compadre de mis papás, el Dr. Adolfo  Andrade que estaba en la calle Constitución cerca de la esquina de la calle Carnaval, al oriente de esta, en donde el doctor me hizo curaciones que me dejaron una cicatriz que utilicé como seña “particular” por muchos años y aún permanece aunque no en forma notable. El otro suceso fue la fiesta de la boda de mi tía Luz Sánchez Gómez con Hans Stein, lo cual comento en el capítulo “Raíces Catalina Sánchez Gómez”.

     

    La familia Nafarrete integrada por el Dr. José Leonardo Nafarrete de Alba, su esposa Elvira Alicia Salazar y sus hijos Margarita que se casó con Emilio Aún, María del Carmen casada con Cástulo Gil, María Elena casada con Pedro Vega, José casado con Rosario Cañedo, cuya hija Chayito fue una bella Reina del Carnaval de 1978, Leovi Paulina quien se casó con Alfonso Pérez Echeagaray, María de los Ángeles casada con Javier Torres Dávalos cuyo hijo Héctor fue secretario particular del licenciado y profesor José Ángel Pescador cuando fue Presidente Municipal 1987-1989 y quien me precisó la presente información de su familia; María Luisa Ramona casada con Raúl Castro Beltrán, amigo de la palomilla a quién apodábamos “El Mataor” por su afición a los toros y María Refugio Elvira que se casó con el Dr. Jesús Horta.

     

    Cuando yo estudiaba en la escuela preparatoria que estaba en la calle Belisario Domínguez en los años 1940-1943, iba con otros compañeros a los raspados de la Plazuela Zaragoza en donde tenía la oportunidad de platicar con Ramona con cierta frecuencia. Me agradaba mucho, pues era y sigue siendo muy simpática. En un libro de Cosmografía de Ch. Brig. que era el texto en el año 1941-42 encontré (después de que hablé con Héctor Torres N.) una hoja que muestra los nombres completos de los integrantes de su familia, escrito con puño y letra de Ramona, después de los nombres de padres e hijos escribió: “Y SEIS MÁS QUE SE MURIERON”, firma Ramona.

     

    Frente a la casa de la familia Nafarrete, donde vivíamos, el otro lado de la Plazuela, enfrente a la calle Guillermo Nelson, vivía el General Juan C. Zertuche, su esposa doña María Antonieta y sus hijos California Evangelina y Mario. En esos años (1926-1929) no nos conocíamos, pero quién iba a imaginarse que California y yo años después seríamos compañeros en la Escuela Nacional de Ingenieros y que al terminar la carrera gracias a ella me regresaría a Mazatlán a radicar en forma definitiva (ver capítulo “El rompeolas  H. de la Isla de Chivos”).

     

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