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"Opinión"

"Dos de dos"

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    frheroles@prodigy.net.mx

     

    Podríamos hablar de si de verdad el País está en bancarrota, del bochornoso intercambio de la licencia al Gobernador de Chiapas por diputados para Morena, de la irresponsable aprobación de la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, y varios temas que nada bueno anuncian. Pero se cumple el primer aniversario de la tragedia de los sismos. Hay dos experiencias alentadoras que quiero transmitir.

     

    Con naturalidad los mexicanos recorremos nuestro País entre centros ceremoniales, iglesias, monasterios centenarios, un sin fin de bienes muebles e inmuebles que conforman un patrimonio cultural fantástico. Somos en ese sentido unos privilegiados. Pero ese privilegio trae aparejada una gran responsabilidad: la conservación. Los sismos del 7 y 19 de septiembre pasado tuvieron un impacto severísimo en nuestro patrimonio cultural. Estamos hablando de alrededor de 2 mil 300 bienes inmuebles y 4 mil muebles (escultura, pintura de caballete, pintura mural, piezas de arte sacro etc.) con afectaciones de diferente grado ubicados en 11 entidades. La responsabilidad es federal. Se trata de la mayor afectación en la historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia. La conservación no sólo atañe al bien inmueble o mueble en sí, sino también al factor de identidad para comunidades, municipios, ciudades y estados de la República. Los sismos cimbraron esa identidad.

     

    Ante la emergencia la Secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, cabeza del sector, auténticamente volcó los trabajos de esa dependencia a la reparación de los múltiples daños. Fui convocado, junto con un grupo de especialistas notables -yo no lo soy- a integrar un Comité Ciudadano que diera seguimiento a las actividades. La responsabilidad directa, sobre todo del Director del INAH, Diego Prieto, ha sido enorme, compleja y muy delicada. Enorme porque los destrozos se cuentan por miles. Compleja porque cada monumento u objeto requiere de una atención especializada. No existe un universo infinito de profesionistas que puedan reparar una cúpula del Siglo 17. A diferencia de la construcción de viviendas, los trabajos de restauración requieren de mucho conocimiento y paciencia.

    Delicada pues el INAH debe tomar en cuenta a las distintas colectividades vinculadas emocionalmente con los bienes. Además, la simple restauración condena en muchos casos al bien a una destrucción futura, por ello se les debe intervenir con nuevas tecnologías respetuosas de la esencia arquitectónica y artística. En un año la Secretaría logró, a través de seguros, de fondos especiales como Fonden, y de donaciones, cubrir con recursos a todos los bienes dañados. Por supuesto en muchos casos los trabajos están en curso, pero el esfuerzo ha sido consistente, incluido el de transparentar el uso de los recursos. (Ver https//restauracionpatrimonio.cultura.gob.mx.)

     

    Las lecciones han sido varias: 1. El patrimonio cultural tiene una gran convocatoria a nivel nacional. 2. Gracias a que las finanzas públicas están sanas, el Gobierno Federal pudo brindar apoyo. 3. Muchas comunidades, ciudades y entidades dependen económicamente de los bienes del patrimonio cultural. La responsabilidad debería ser compartida también con usuarios, la Iglesia Católica, por ejemplo. 4. Sería muy conveniente la creación de un Fondo especial con aportaciones sistemáticas de los beneficiados, las empresas turísticas, de hospitalidad, de transporte etc., para no depender exclusivamente del Presupuesto de Egresos de la Federación y así estar preparados para los próximos eventos que son inexorables.

     

    La segunda reacción muy loable provino del sector privado con la instalación del Fideicomiso Fuerza México con un Comité Técnico tan amplio como plural. Desde la primera reunión del Comité se hizo explícita la necesidad e intención de que las acciones solidarias fueran totalmente transparentes. Para comenzar todos los integrantes firmamos una declaración de no conflicto de interés y se adoptaron las normas de transparencia del sector público, sin existir obligación alguna. La discusión de las prioridades fue clave para lograr un mayor impacto. El Fideicomiso ha atendido alrededor de 5 mil viviendas, 14 escuelas, 12 clínicas, 2 centros comunitarios y 4 bienes del Patrimonio Cultural beneficiando a más de 40 mil personas afectadas. La recaudación de más de 400 millones de pesos se multiplicó por tres gracias a las aportaciones privadas. El sitio de internet del Fideicomiso (fideicomisofuerzamexico.com) es ejemplar por la transparencia de los contenidos y por la sencillez y amabilidad del diseño.

     

    A un año de la tragedia se puede decir que tanto en el sector público como en el privado hay experiencias serias, consistentes, transparentes y en muchos sentidos ejemplares. Profesionalismo y solidaridad reales. Se puede.

    Felicidades a los responsables.

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