Nadie duda de la importancia de ejercitar el cuerpo para tonificar la estructura física, gozar de buena salud y mejorar la calidad de vida. Sin embargo, no se carga de igual forma el acento sobre el aspecto intelectual o espiritual. Se habla muy poco de los beneficios de ejercitar el alma, como subraya Eduardo Infante, maestro del Instituto San Eutiquio La Salle de Gijón, España.
Desde su concepción, la filosofía no debe ser una disciplina sesuda y abstracta, sino una especie de ejercicios espirituales. Aún más, sostiene que debe ser una materia divertida que se comparta con actividades atractivas fuera de los espacios académicos.
Recurriendo a un anglicismo que todavía no acepta el Diccionario de la Real Academia Española, Infante utiliza un concepto que ya casi adquiere carta de ciudadanía, “gamificación” (del inglés game, juego), que significa que se puede aprender lúdicamente. La gamificación educativa consiste en diseñar motivantes procesos de aprendizaje como si fueran un juego.
Observó que en su tiempo libre los estudiantes se embebían en sus móviles electrónicos, por lo que pensó: “¿Y si en vez de sacarlos de la pantalla y meterlos en el aula de filosofía, les meto el aula de filosofía en la pantalla?” De esta manera, comenzó a enviarles un mensaje diario con cuestiones educativas que tituló #filoreto, en Twitter.
Su propósito es conectar a los alumnos con los grandes temas, textos y cuestiones filosóficas para que ellos los apliquen como una herramienta práctica, que confiera a su vida sentido, significado y profundidad.
Por ejemplo, el FiloReto del 24 de octubre de 2017 fue el siguiente: “Construye un chiste con los términos metafísicos “esencia” y “existencia”. ¡No vale cambiarles el signo técnico!”.
¿Ejercito mi alma? ¿Aplico la filosofía en mi vida? ¿Le descubro su ingenio, sentido y trascendencia?
rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf
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