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"Desde la Calle"

"El camino adecuado a la justicia"

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DESDE LA CALLE

    iliana_pr@hotmail.com

    Se ha escrito mucho sobre la conmoción que ocasionó la marcha del viernes pasado. La rabia de cientos de mujeres que se expresó a través de gritos, pancartas, pero también destrucción y daños al mobiliario y monumentos llamó la atención incluso de aquellos que se habían mantenido en silencio respecto a las movilizaciones y protestas por la escalada de violencia.

    Estimado lector, no es mi intención repetir los argumentos a favor y en contra de las formas y los resultados de la protesta, tampoco quiero hablar en esta ocasión de los terribles números del feminicidio, ya hay otras lecturas muy interesantes que se pueden consultar. Pienso que más allá de los argumentos elaborados sobre las razones de la ira, y la difícil y dudosa justificación a la violencia, es necesario conocer las historias buscando generar empatía. Sólo así se pueden entender los intentos desesperados por llamar a la atención de una masa crítica que, salvo contadas excepciones, se ha mantenido ajena a un problema estructural que ha estado vulnerando y poniendo en riesgo a más de la mitad de la población. Por lo antes dicho, quiero recordarles la historia de Justicia para Perla… una vez más, vale la pena.

    Como bien sabe, lector, hace más de siete años Perla Vega, maestra joven de UAS, dormía en su recámara en la casa de sus papás en Culiacán cuando un individuo se introdujo en la madrugada y la asesinó con un arma blanca. Por las características de las lesiones, el forense determinó que fue un hombre quien le infligió el daño mientras ella trataba de defenderse.

    El lunes después del feminicidio decidimos realizar una protesta pacífica desde Ciudad Universitaria hasta las instalaciones de la hoy Fiscalía, puesto que la reacción de la entonces procuraduría se observaba lenta y por los antecedentes de impunidad en Sinaloa. Nuestras solicitudes siempre fueron respetuosas, y seguimos el camino formal de la incidencia; reuniones con funcionarios públicos, acompañamiento con organizaciones de la sociedad civil, seguimiento jurídico al caso, y trabajo de socialización con medios de comunicación y a través de redes sociales. Puedo contarte, lector, que buscamos de manera desesperada conocer, inventar y llevar a cabo formas de incidencia buscando justicia para nuestra Perla, a quien tanto quisimos.

    Malova nos recibió en su despacho y aseguró que el asesinato se resolvería en unos cuantos días. Al principio se nos abrieron las oficinas; el Procurador nos atendía en su particular y ahí nos tomaba declaración, nos mostraba información restringida del caso, llamó al grupo antisecuestros y nos puso en contacto con ellos por considerarlos la élite en cuanto a investigación; nos garantizó que encontraría al culpable.

    Pero pasaron los meses y, ha decir de ellos, “el caso se complicó”. Las investigaciones daban brincos de una hipótesis a otra, creando historias inverosímiles que además contradecían las pruebas periciales, que a esa altura ya conocíamos bien. Al pasar de esos meses las puertas de las oficinas se nos cerraron, incluso llegaron a retirarnos de una de las oficinas con guardias de seguridad al tratar de entregar un oficio donde planteábamos el derecho legal de la mamá de Perla, como víctima, a tener una copia del expediente.

    En el proceso se cometieron múltiples violaciones a los derechos humanos, tortura física y psicológica a cada presunto involucrado, según cambiaban de hipótesis, y nula protección a las víctimas y activista, quienes además fuimos amenazadas por un sujeto anónimo.

    Cabe decir que algunos han pensado que las torturas podrían ser una estrategia de la defensa de algún inculpado en contubernio con la Procuraduría para darle una salida vía a la violación al debido proceso; podría ser, pero no lo sabemos. No ha habido ningún tipo de condena en contra de la autoridad que se presume ejerció esta violencia, pero sí liberaron con este argumento al único indiciado y no se ha reiniciado el proceso.

    A siete años del asesinato de Perla aún no se hace justicia. Sus padres esperan el día en que puedan conocer la verdad de lo que le pasó a su hija, y que esa verdad sea reconocida y declarada por las autoridades.

    Por supuesto que sentimos rabia y mucha desesperación. Compartimos ese sentimiento de muchas mujeres que agotan los medios formales en busca de justicia y no les queda más que gritar, romper y tratar de llamar la atención ante las miradas de juicio e indolencia. Y ante tal panorama de impunidad y revictimización, cuando la crítica levanta la voz, pero en condena, y con mucha propiedad, para decir que la agresión no es el camino, que en esa ira no están las formas, nosotras nos preguntamos: entonces, ¿cuál es el camino adecuado para que las mujeres obtengamos justicia?

    Los familiares y amigos de Perla seguiremos utilizando los canales formales, y nuestros recursos disponibles para recordarles a todos que el juicio está pendiente, y que aún quedan diversas evidencias físicas que no se revisaron en las pruebas periciales. Seguiremos gritando el nombre de Perla, aun cuando las autoridades y la opinión pública parecen haberla olvidado.

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