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"OPINIÓN"

"El desacuerdo y la crítica honesta"

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01/08/2020

    Arturo Santamaría Gómez

    santamar24@hotmail.com

     

    López Obrador ha tenido la capacidad, o la enorme fortuna, de mantener una popularidad todavía bastante aceptable para las condiciones que experimenta el País bajo su conducción. En la medición del 30 de julio subió, según Mitofsky, 6.2 puntos en relación a hace un mes, para llegar a 53.0 por ciento de aprobación y 46.8 de rechazo. Otras encuestadoras lo evalúan mejor.

    A pesar del enorme y creciente desempleo, del decrecimiento económico, de un manejo muy deficiente de la pandemia y de una violencia incontenible, AMLO sigue siendo mayoritariamente aprobado. En artículos anteriores he dado una interpretación de este caso verdaderamente excepcional.

    En esta oportunidad quiero compartir un resumen del análisis de la crisis económica mexicana actual, que entregó el diario La Jornada el pasado jueves, de uno de los economistas que con sobrado talento y compromiso defendieron el proyecto de Andrés Manuel López Obrador durante la campaña. Gerardo Esquivel, egresado de la UNAM y con un doctorado obtenido en Harvard, y ahora subgobernador del Banco de México, expone con la claridad y honestidad que lo caracterizan, su examen de las políticas adoptadas frente a la contingencia sanitaria que padecemos:

    Las medidas adoptadas en México para hacer frente a la pandemia de Covid-19 dejarán una multitud de nuevos pobres. Este año la economía nacional resentirá una contracción del orden de 10.5 por ciento -que será la mayor en casi nueve décadas-, aunque la actividad tocó fondo en mayo. Este año 9 millones de personas caerán en pobreza, es decir, el número de mexicanos en esa condición subirá a 70 millones; y la tasa de pobreza por ingresos -que significa que una familia no puede comprar los satisfactores básicos- será de 56 por ciento de la población total, el nivel más alto en lo que va del siglo.

    A la larga, éste (el de la pobreza) será el impacto más duradero y doloroso de esta crisis y el que requiere una atención de carácter más inmediato. Muchas personas que tenían ingresos, sin ser beneficiaras de ningún programa social y que no eran pobres, pero sí económicamente vulnerables, la crisis puede terminar arrojándolas a la pobreza. Estas personas no saldrán de la pobreza mientras la economía no se recupere a plenitud.

    La pérdida de empleos formales en el periodo marzo-junio 2020 se ha concentrado desproporcionadamente en los trabajadores de bajos niveles de ingreso. El 83.7 por ciento (933 mil) de todos los empleos perdidos corresponden a trabajadores que percibían entre uno y dos salarios mínimos y los sectores más afectados han sido agricultura y construcción.

    La recuperación económica puede tomar dos años. Esto implica que sería hasta 2022 cuando esperaríamos regresar a los niveles de producción que teníamos antes del inicio de la pandemia. Sin embargo, la caída en la actividad económica tocó fondo en mayo y la recuperación comenzó a observarse en junio con la incipiente reapertura de algunos sectores económicos adicionales. Una parte de la recuperación podría ser impulsada por un potencial repunte del consumo, como muestran las primeras cifras de gasto de julio.

    Sobre los comentarios de muchos observadores en torno a que México debería de haber adoptado una política fiscal más audaz, incluso contratando más deuda, al compararla con la aplicada en otros países desarrollados, Esquivel dijo que el endeudamiento de hoy habrá que pagarlo más tarde. En un país como México, que de por sí enfrenta un escenario complicado en materia de finanzas públicas, y que está al borde de perder el grado de inversión, un aumento significativo de la deuda sería excesivamente costoso.

    Por otro lado, una política de contracción del gasto terminaría siendo abiertamente contraproducente, exacerbaría el choque original, dificultaría la recuperación económica y tendría efectos sociales muy importantes. Una reducción del consumo del gobierno en condiciones de estrés fiscal severo no es bien valorado por los mercados financieros y puede terminar incrementando las primas de riesgo.

    Finalmente, Gerardo Esquivel propone opciones en esta coyuntura: un seguro de desempleo de emergencia que pudiera beneficiar al poco más de un millón de trabajadores formales que han perdido su trabajo y un programa de protección a la nómina que ayudara a las empresas a sostener un mayor número de empleos formales. Las propuestas, que son financieramente viables, incluyen el diferimiento en el pago de contribuciones sociales a micro, pequeñas y medianas empresas; un programa especial de apoyo para cubrir rentas u otros costos fijos (para restaurantes u otros negocios especialmente afectados por la pandemia), y otro que otorgue un apoyo mínimo a los trabajadores informales que hayan perdido su fuente de ingresos.

    Quise reproducir este resumen del examen económico que elabora Gerardo Esquivel porque su visión crítica coincide con la de otros destacados economistas del espectro de la izquierda mexicana, como Rolando Cordera y Saúl Escobar, y en Sinaloa, Gerardo López Cervantes, la cual no se puede calificar ni conservadora ni fifí.

    La opinión de Esquivel tiene puntos de encuentro con lo que proponen economistas de una orientación ideológica distinta a la de él porque, al margen de distancias partidarias, ante una crisis de las profundidades de la actual no hay mucho terreno hacia dónde moverse. Para salir a corto plazo del abismo las opciones no sobran.
    AMLO y la 4T probablemente no se moverán de su postura, pero de no hacerlo, el casi milagro de sostenerse en la cuerda, ante las gravísima situación que experimentará México y gran parte del mundo más allá de 2021, podría ya no durar más de los meses que restan del presente año.

    El manejo del caso Lozoya no parece que pueda redituar tanta resistencia ante los pavorosos problemas que se avecinan en el País. Si fuera sí, entonces habrá que empezar a creer en la milagrería de las estampitas providenciales.

     

    Posdata de gayola
    Paso a un escapismo que a algunos lectores les parecerá frivolidad insoportable después de escribir lo anterior: les confieso que la estrepitosa derrota del Mazatlán FC ante un modestísimo Puebla me dolió como si fuese la del club de toda mi vida. Es que la sentí como si perdiera la ciudad y no un equipo de futbol. Así llega a ser de inexplicable la identidad con el lugar donde uno vive y quiere. No me importa lo que vaya a ganar Salinas Pliego con el Mazatlán FC, pero quiero que nuestro equipo gane.

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