Editorial
La Caravana de Migrantes centroamericanos tiene relevancia por muchos factores, pero más allá de lo noticioso, lo importante es el poderoso mensaje que envía al mundo un grupo de personas que lo abandona todo en busca de una vida mejor.
Es importante el mensaje y la forma, no hay intenciones secretas ni intentos por cruzar las fronteras a escondidas y a oscuras, no, se declara la intención de manera pública, se reúnen los interesados y comienzan a caminar.
Nada hay que aterre más a un político que un puñado de ciudadanos decididos a hacer algo, y si estos son miles el terror comienza a hacer estragos en la clase política completa.
El gesto de los centroamericanos espanta a los políticos porque su marcha desnuda todos los fracasos de los que gobiernan, todos los discursos, todos los programas fallidos y los miles de millones de dólares invertidos en fronteras y programas de ayuda.
Un grupo de personas se harta de vivir en mundos disfuncionales. Un día se despiertan y se dan cuenta que han sido condenados a vivir en la miseria, hagan lo que hagan, así que deciden abandonar la periferia y dirigirse al corazón de la abundancia.
No hay peor exilio que el realizado por razones económicas: abandonar tu hogar, a tu familia, a tus amigos, tus olores, tu comida, tus tradiciones, simplemente porque sientes que no hay futuro en el lugar donde naciste.
Las políticas internacionales sólo han producido desigualdad, inequidad entre países y entre individuos, a pesar de que los expertos prometan, desde hace décadas, que todo mejorará.
El fracaso de los sistemas económicos, la corrupción rampante, la ausencia de justicia, la destrucción del medio ambiente, todo queda evidenciado el día que unas personas se levantan, gritan su hartazgo y comienzan a caminar hacía el país que ha vendido la idea de que es un paraíso en la tierra.
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