Editorial
La noticia que asegura el envío de 25 mil 500 soldados a las fronteras mexicanas no sorprende, sobre todo por ser una exigencia de Estados Unidos.
Pero más allá de las imposiciones internacionales lo que sorprende es que no se hayan asegurado las fronteras desde hace tiempo atrás.
Del total de los uniformados, 15 mil fueron enviados a la frontera norte, con la misión de contener el paso de los migrantes centroamericanos que intentan llegar de manera ilegal a vivir en EU.
Sin embargo, la frontera norte es mucho más que eso, es una de las regiones más utilizadas por la delincuencia organizada para trasladar drogas de sur a norte, y dinero y armas de norte a sur.
Así que los miembros del Ejército y la Guardia Nacional encontrarán obstáculos mayores para realizar sus labores en los extensos desiertos del norte de México.
En la frontera sur es donde el “muro de soldados” pretende contener la gran marea humana que abandona países como Honduras, El Salvador y Guatemala para atravesar nuestro país con miras a lograr el “sueño americano”.
Dos mil soldados fueron desplegados en las fronteras con Guatemala y Belice, 2 mil en la zona del Istmo de Tehuantepec (Oaxaca y Veracruz) y otros 6 mil 500 en las zonas de internamiento que comienzan a subir hacia el norte para atravesar México.
La frontera sur de México también atraviesa una compleja situación social y económica, siempre marcada por décadas de atraso y abandono, y ahora ahogada por la presencia de la delincuencia organizada.
Nos guste o no, los militares ya están ahí, esperemos que en lugar de reprimir a los migrantes, sirvan para resolver los problemas de seguridad que afectan a las puertas de entrada del País.
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