"El narco da escarmientos. Castigar antes que matar"

Ni idea de qué pretenden algunos grupos del crimen organizado al escarmentar a jóvenes que al delinquir afectan sus intereses, pero existen evidencias de la operación en Sinaloa de escuadrones de sicarios que se dedican a cazar a malandrines y en vez de atentar contra la vida de estos los exhiben en la vía pública o los someten a torturas correctivas. 

Los datos disponibles indican que se trata de comandos armados que por cuenta propia ubican a maleantes que alteran el orden en colonias de las ciudades o en comunidades rurales, procediendo enseguida a llevárselos y aplicarles correctivos violentos sin llegar al extremo de asesinarlos. 

La semana pasada, en poblados del municipio de Angostura se registró la sorpresiva redada contra personas de entre 15 y 25 años de edad que los mismos habitantes señalan de ser robacarros, asaltantes, ladrones de domicilios o extorsionadores. Horas después los chavos secuestrados regresaron a sus casas con las uñas extraídas a la fuerza y garrotizas propinadas en sus glúteos o espaldas. Y la moraleja implícita: "o se ponen o los ponemos en paz". 

El pasado 11 de octubre un comando armado obligó a un muchacho de 22 años de edad a caminar desnudo por las calles de Navolato para exhibir cartulinas colgadas de su cuerpo a través de las cuales se inculpaba de ser ladrón y advertía que "esto les va a pasar a los ratas". A distancia lo vigilaban los gatilleros forzándolo a cumplir el ritual vergonzante. 

Más recientemente, el 26 de noviembre, dos jóvenes deambularon descalzos, semidesnudos, atados de manos y vendados en una romería forzada por la vialidad Diego Valadés de Culiacán, mediante la cual el hampa quiso aleccionarlos al marcarles con tinta negra la leyenda "prometo que no volveré a robar". Igual: los gatilleros rondaban cerca del lugar. 

Lo más grave es que este tipo de sanciones al margen de la ley les causa a algunos ciudadanos cierta empatía que se manifiesta a través de las redes sociales con el comentario añadido de que si el Gobierno no puede, que la delincuencia lo haga. Algo así como una ramificación de la mentalidad por la autodefensa que cobra auge en Sinaloa. 

En 2013 el narcotráfico asumió el combate a los ladrones de automóviles luego de que la hija de un capo local fue afectada por practicantes de este delito. En aquel tiempo los sicarios efectuaban la labor de ubicación, los "levantaban" y después de asesinarlos colocaban un carrito de juguete junto al cadáver. En ningún caso existió la posibilidad de reprimenda a cambio de la muerte. 

Aun cuando se tratara de un factor inhibidor de ilícitos del orden común, nada justifica la justicia por mano propia, ni el confort de las autoridades cómplices al permitir que domine la ley de Talión a consecuencia de la ausencia de Gobierno. 

Inclusive ni la prerrogativa que otorga el crimen a sus víctimas al aleccionarlas con golpes, exhibición y no la pérdida de la vida, sería pretexto para encomiar ese tipo de prácticas. 

Los únicos batallones que deberían de indagar y sancionar la transgresión a la ley son los que conforman los policías, fiscales y jueces. Aceptar y hasta festejar a criminales que intentan imponer el método para atacar el delito con más delito, nos quitaría de la boca la sonrisa empática más pronto de lo que creemos.

Re-verso 

Aquellos que reprimen,

Con palizas a los pillos,

Siguen siendo crimen,

Lejos de ser caudillos.

La hija de todos 

Y la autenticidad apunta en sentido contrario. No hay justicia constitucionalmente impartida y por eso la familia de Dayana y ciudadanos solidarios salieron ayer a buscar a la pequeña a seis meses de que desapareció en esta jungla llamada Sinaloa. Huesos no, fiscal Ríos Estavillo; viva e íntegra la queremos.

alexsicairos@hotmail.com