"El racismo mexicano"

Editorial

¿En algún momento has sentido que tu nivel económico, social, intelectual o hasta político te hace sentir que eres mejor que los demás? ¿Alguna vez has pensado que vivir en México te hace mejor que alguien que, por ejemplo, vive en algunos de los países de Centroamérica?

Y de casualidad, ¿alguien de tu familia en algún momento se fue a vivir a Estados Unidos, entrando de “mojado”, como miles le hicieron, para ofrecer a sus familias una mejor forma de vida? De casualidad, ¿hay entre tus conocidos o tus amistades algún migrante en Estados Unidos del que te sientas orgulloso porque cada diciembre regresa a México con su camioneta nueva, a pesar de haber entrado a ese país de manera ilegal?

El INEGI ya lo había dado a conocer el año pasado, en la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, donde más de la mitad de los encuestados admitía que se discriminaba a otros solo por el color de la piel, que además influye en las oportunidades laborales o educativas.

Y entre esos datos, una cuarta parte de los encuestados reconocía que no estaba dispuesto a convivir con otros solo por pertenecer a otra cultura que consideraba diferente a la suya.

El racismo entre los mexicanos, explica una publicación de la UNAM, prevalece por la creencia de ser mestizo y que mezclarse con otros es bueno, pero en el proceso de selección, hay una exclusión de indígenas, personas de origen africano o asiático, o a los inmigrantes judíos y a otros grupos supuestamente incapaces de asimilarse.

Y pues bien, todo eso ha quedado de manifiesto en las últimas semanas en México y sí, también en Sinaloa: solo basta ver alguna de las publicaciones sobre el paso de la Caravana Migrante de las personas que vienen de Centroamérica rumbo a Estados Unidos para medir el nivel de tolerancia y respeto hacia los otros: descalificación, exclusión, marginación y humillación que habla del racismo latente.

¿Eso hace mejor al País? Sin duda no. Son otros los valores que hacen a México un País fuerte, como la solidaridad que se expresa de manera frecuente durante la adversidad y que no cuesta expresarla hacia los migrantes. No cuesta.