"El reclamo femenino"

Editorial

Las mujeres mexicanas guardan en su interior un reclamo antiguo, tan antiguo como la historia de un País construido sobre su sufrimiento, sobre el abuso de un género menospreciado, violentado y cuya reparación es una promesa incumplida.

Las protestas, marchas y manifestaciones que vivimos la semana pasada alrededor del País son sólo la muestra del hartazgo de unas mujeres cansadas de ser las víctimas en la historia de la humanidad.
Desgraciadamente algunas de las manifestaciones derivaron en actos vandálicos, pero fueron las menos, acaso magnificadas por los lugares donde ocurrieron y la enorme exposición que los medios de comunicación desplegaron.
Sin embargo, fuera de los destrozos causados por las molestas manifestantes en la Ciudad México, en el resto del País el reclamo fue más tranquilo, pero no por eso menos válido.
La chispa que encendió el “incendio” fue la denuncia de una joven violada presuntamente por cuatro policías, un caso aberrante por la violación en sí y exponenciada por la participación de los agentes a los que se les paga exactamente por lo contrario: proteger a los ciudadanos.
Sorprende que un País que celebra a la madre como el origen de todas las virtudes permita este nivel de violencia en contra de las mujeres, víctimas siempre de los peores abusos.
Y no solo se trata de una violación, las mujeres sufren discriminación en los empleos, donde se les paga menos que a los varones, es el blanco de asesinatos, maltratos y abusos cotidianos.
Las mujeres que salieron a las calles no solo lo hicieron para protestar en contra de un violación, sino en contra de siglos de violaciones.
De alguna manera hemos construido una nación olvidando a las mujeres y sus derechos, es tiempo de cambiar un estilo de vida, reforzar nuestros valores y entregarle a ellas los derechos que las asisten.