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"Puerto Viejo"

"Entramado..."

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    osunahi@hotmail.com



    La ola de violencia en sus diversas manifestaciones, como lo son las ejecuciones, secuestros, desapariciones forzadas de personas o levantones, extorsiones, robo y despojo de vehículos, raterías en casa habitación y negocios, asaltos a mano armada en la vía pública y demás, continúan asolando al país y manteniéndonos en la zozobra y a la espera de no ser una víctima más de este perjudicial azote y en su caso, vivir para contarla. 

    Ante la amenazante realidad, el gobierno actual, al igual que sus antecesores está reaccionando por la vía de más fuerza, y según dicen, con el uso de la inteligencia, olvidando voltear la mirada hacia el rescate del orden municipal en todos los sentidos. Es decir, en atender el eslabón de inicio de la cadena que garantiza la paz y la tranquilidad ciudadana. 

    Ha sido tanta la desidia de los gobiernos locales, que prácticamente ellos y nosotros  hacemos lo que se nos pega la gana, de tal suerte, que los ordenamientos contenidos en el Bando de Policía y Buen Gobierno, así como los reglamentos que de él emanan, son algo así como un listado de instrumentos jurídicos que simulan la existencia de un marco de derecho.
      
    De hecho, me atrevo a manifestar que una gran mayoría de los funcionarios municipales del estado, y de otras entidades del país, no tienen ni la más remota idea del contenido de la fuente jurídica local, generadora de los reglamentos que les toca aplicar, ejercicio que también omiten, y que en el mejor de los casos, lo hacen a contentillo, ajustando la normatividad al tamaño de sus intereses particulares. 

    De ahí el desorden que día a día vivimos en Mazatlán, con construcciones fuera de toda norma y lógica; con calles cuyo uso está dominado por la insolencia ante la indiferencia de la policía; con basura por todos lados y ruido musical a cualquier hora del día en todos los rincones del solar municipal. 

    A todo lo cual, se agrega el hecho de que en la vía pública usted puede comprar de todo, de todo, al grado de llegar a ser el ejemplo perfecto de la impunidad. 

    De todo ese enjambre de irregularidades consentidas por quienes dicen ejercer gobierno, me refiero al tema de la contaminación auditiva que día y de noche domina el ambiente,  sin que nadie haga nada efectivo por ponerle un hasta aquí, a pesar de que hay argumento jurídico para ello. Al respecto, recuerdo que hace algunos años un directivo del beisbol profesional de Puerto Rico, me comentó que el estadio mazatleco es el más ruidoso de los países que integran la Confederación de Beisbol Profesional del Caribe.

    Ruido, ruido de día y de noche generado por aparatos musicales al borde de la distorsión de la música y el rompimiento de tímpanos, utilizados por negocios de toda índole, así se trate de una distribuidora de automóviles que de un chumilco que expende tostitos. Y ni qué decir del uso de nuestros aparatos reproductores de música dentro de nuestras casas y al exterior de las mismas para celebrar nuestra proverbial alegría  “¿Que los vecinos se molestan porque son las 3 de la mañana y que tienen derecho al descanso? Pues me vale y que se aguanten, estoy en mi casa y es mi gusto y nadie me puede llamar la atención. Es más, súbele al volumen para que vean que las puedo. “Ese es nuestro equivocado razonamiento individualista, alentado por la omisión de los funcionarios municipales”.

    ¿Puede y debe intervenir la policía para marcarle el alto a tales abusos? Por supuesto, así está ordenado en el ignorado Bando de Policía y Buen Gobierno, uno más de los instrumentos jurídicos arrumbados hasta en las oficinas de las presidencias municipales. 

    Es tiempo de que las autoridades municipales hagan valer la norma y que las estatales y federales, a la hora de diseñar planes para atajar la violencia, vuelvan su atención a la vida municipal, tal y como sucede en países que están a la vanguardia en cuanto a la garantía de paz y tranquilidad para sus ciudadanos. 
     


    Entramado de leyes sobran para aspirar a vivir bajo un clima de paz y tranquilidad, lo que falta es responsabilidad y valor de parte de los que tienen la obligación de aplicarlas.  ¡Buen día!

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