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"Opinión"

"Entre ‘punteros’, ‘packs’, y ‘manos mochadas: La ciencia de las malas decisiones"

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    ¿Blanco o negro? ¿Orgánico o transgénico? ¿Izquierda o derecha? ¿Con o sin popote?
    Cuando nos encontramos en la situación de tomar una decisión, grande o pequeña, intentamos tomar la mejor decisión utilizando las herramientas que tenemos a nuestro alcance. Sin embargo, a pesar de nuestras buenas intenciones, a veces tomamos malas decisiones.
     
    En condiciones óptimas, y en personas con sentido común, el proceso de toma de decisiones debería de ser así: primero determinamos lo que queremos lograr, y posteriormente determinamos el costo de lograrlo. Subsecuentemente, analizamos nuestras opciones y decidimos cuál nos ofrece un mejor costo/beneficio.
     
    ¿Qué pasó con Serapio Vargas, Paola Gárate, y El Bronco?
     
    El estrés de tomar una decisión puede ser el factor determinante que nos lleva al fracaso. Los humanos estamos motivados para evitar tomar decisiones que posteriormente lamentaremos. Este miedo a tomar malas decisiones se encuentra programado en nuestro cerebro, hasta el punto de afectar el razonamiento, y realizar o decir cosas de las cuales te arrepentirás el resto de tu vida.
     
    En el contexto político mexicano, hay de malas decisiones a malas decisiones. Tratar de apelar al voto de punteros (Serapio, PAIS), recurrir a una vulgaridad, aunque sea una broma (Paola, PRI), o proponer cortar manos como escarmiento (Bronco, Independiente), rebasa el umbral de lo que se consideraría una mala decisión y raya en lo absurdo. El problema de este tipo de “pensamiento”, es que estas decisiones modifican y modulan la actividad cerebral, es decir, las personas que son propensas a “regarla”, caen en un círculo vicioso perpetuo de toma de malas decisiones.
     
    Cuando elegimos malas decisiones, éstas influencian nuestra actividad cerebral futura, especialmente en la región orbitofrontal medial, la corteza cingulada anterior, y el hipocampo, áreas responsables de las emociones y memorias relacionadas con dichas emociones.
     
    Decisiones que implican grandes riesgos incrementan la actividad en estas áreas cerebrales, induciendo un estado de estrés y nublando nuestros intentos por tener una cabeza fría y calculadora. Como ejemplo, es más sencillo jugar Texas Hold’em si apuestas frijoles, que si apuestas dinero (pero así que chiste ¿no?). Si los riesgos son bajos, el cerebro no se pone en estado de alerta, permitiendo al jugador mantenerse concentrado y tomar mejores decisiones. Esto se debe a que durante una situación de estrés o peligro, nuestra corteza frontal, el área que nos hace pensantes (y la más recientemente evolucionada), es opacada por áreas cerebrales más primitivas como la amígdala (la cual es activada en estas situaciones, como respuesta al peligro).
     
    Nuestro cerebro almacena las malas decisiones que hemos tomado en el pasado. Como ejemplo, es difícil olvidar esa mano de póker donde perdiste un dineral porque tu contrincante tuvo suerte con el “turn” (cuando se revela la última carta comunal en Texas Hold’em). El cerebro mantiene memorias emocionales de estas experiencias y las utiliza como referente para futuras decisiones. 
     
    No obstante, estas memorias pueden llevar a una falla de juicio. Algunos experimentos han sugerido que el “desenlace” de una experiencia tiene más influencia sobre nuestra conducta, que la experiencia completa. En distintos experimentos conductuales, las personas prefieren una larga y desagradable experiencia con un desenlace agradable, que una corta y desagradable experiencia que no tiene un desenlace agradable.
     
    Los humanos tenemos una debilidad por la gratificación inmediata de una experiencia agradable, aún si esto resulta en una mala decisión. La gratificación a largo plazo simplemente no ocasiona esa liberación de neurotransmisores que nos hacen sentir tan bien.
     
    También es común “apostarle” a las decisiones de alguien conocido (familiar/amigo), en lugar de apostarle a las probabilidades generales en la misma circunstancia. Como ejemplo, todos sabemos que la inmensa gran mayoría de la gente que juega a la lotería está tirando su dinero a la basura, pero si un amigo tuyo resulta ganador, probablemente tendrás más ganas de jugar, aunque las probabilidades se encuentren astronómicamente en tu contra.
     
    La mala información también lleva a malas decisiones. Antes de comparar las opciones disponibles, uno debe de tomar una decisión previa: donde buscar la información que uno desea obtener. Una mala información en este punto, te condenará a tomar una mala decisión. Y si estás siendo confrontado con un exceso de opciones y demasiadas alternativas, tu cerebro se “sobrecalienta” (como un CPU), y pierdes la habilidad de filtrar y analizar la información que es realmente útil. 
     
    ¿Acaso es posible combatir tus propios instintos biológicos? Claro que se puede, solo hay que identificar estas fallas en el proceso de toma de decisiones. Pero primero, uno debe de tomar una buena decisión para poder identificarlas.
     
    Ciertamente, estos candidatos no tomaron buenas decisiones, y probablemente algunos de ellos seguirán con este mismo patrón de conducta. En el afán de querer verse “incluyentes”, “graciosos”, o “justos”, terminaron viéndose como una mala broma.
     
    Y así como estos políticos, nosotros también deberíamos de hacer un ejercicio de reflexión. Determinar si las decisiones que hemos tomado (tanto en la vida, como en la política) han sido las mejores, y si no es el caso, buscar la manera para no seguir cayendo en este círculo vicioso.
     
    Para terminar, ahora les hablaré de algo completamente opuesto a la toma de malas decisiones y el mal gusto. El equipo del candidato independiente Héctor “R” González (Distrito 14) de Culiacán ha hecho una obra de arte, de buen gusto, graciosa, y sin precedente en la política (los primeros en el mundo, por cierto).
     
    Una de las estrategias de campaña del Erre, es la de realizar una miniserie que combina elementos de realismo mágico y fantasía en su narrativa, para conectar con la gente. Esta serie está siendo dirigida por su hermano Jaime “El Frodo” González, un actor profesional con gran trayectoria (club de cuervos, colaboraciones con Danny Trejo, entre otros).
     
    Sin duda, esta campaña representa un giro de 180 grados a lo que estamos acostumbrados. Los eslóganes, publicidad, y eventos públicos de los “políticos” convencionales tienen la misma fórmula, así como muchos políticos son lo mismo que los demás.
     
    Los invito a ver la miniserie de Héctor “El Erre” en su página de Facebook, esta tiene muy buena producción, comedia e información, además de algo que no se ha visto nunca antes en la política, buen gusto.
     
     

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