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"La Vida de Acuerdo a Mí"

"Estamos hechos de estrellas"

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    Hace unos días, el Consejo de la Ciudad de Hollywood votó unánimemente para remover permanentemente la estrella del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, del Paseo de la Fama. Desde el inicio de campaña del polémico empresario, en la cual hizo declaración ofensiva tras declaración ofensiva, la estrella ha sido destruida y alterada en múltiples ocasiones, mostrando el evidente descontento de la población estadounidense con el hombre que actualmente los representa ante el mundo, y desde que se hizo pública la decisión del Consejo no he dejado de preguntarme lo que esto significa.
    Aunque parece que existen algunos obstáculos legales que podrían impedir que su estrella sea efectivamente removida, como el hecho de que cada astro del Paseo de la Fama es considerado parte de su fibra histórica, o que el Consejo no tiene jurisdicción sobre el Paseo, a mi parecer, ya era hora de que este hombre perdiera uno de los símbolos que lo posicionan como una figura icónica en Estados Unidos.
    Aunque es cierto que Trump obtuvo su estrella en 2007 por su participación en el  Reality Shows, “El Aprendiz” y por producir el concurso de Miss Universo, y en ese entonces no había suficientes motivos como para catalogarlo como una mala persona o un mal ejemplo, ahora ya los tenemos. Es indignante para toda mujer, para toda persona de color, para todo humano con una discapacidad física o intelectual, para todo musulmán, para todo migrante, y debería serlo también para todo estadounidense, tenerlo como presidente; y aunque por el momento no se ve en el horizonte una medida para quitarle su poder político, el quitarle su estrella de la fama es por lo menos una acción simbólica que dice alto y claro “no te admiramos, no te respetamos y no te queremos aquí”.
    No se ustedes, pero en lo personal me siento afortunada de vivir en la era de lo políticamente correcto, y digo esto porque creo que ser respetuosos e inclusivos es muchísimo más importante que la comedia (esto va para quienes dicen que ya no se puede hacer chistes de nada) o que el valor histórico de una sección de Los Ángeles. Se remueva o no la estrella de Trump, la decisión del Consejo ya puso de su parte al iniciar una conversación en la que también nos cuestionamos que tan merecedoras son las estrellas de actores controversiales como Bill Cosby o Kevin Spacey. Y en lugar de creer que esto es algo malo, de decir que debemos separar al artista de su arte, lo veo como un cambio positivo. ¿Por qué no premiar a artistas, deportistas, y personajes celebres que al mismo tiempo sean buenas personas?, ¿Por qué no celebrar obras de arte que al mismo tiempo reflejen la fibra moral de sus creadores?
    Muchas personas argumentan que la estrella en realidad no importa. Que es solo un pedazo de cemento en un callejón que únicamente les interesa a turistas o a fanáticos obsesivos de la cultura pop. Que muchos artistas cuestionables tienen su respectiva estrella, y que esencialmente no altera la vida de nadie, porque aunque se las quiten, aquellas personas que fueron víctimas de su falta de profesionalismo, ética y demás, no serán compensadas de ninguna manera. Cierto. Técnicamente, que tenga o no una estrella no cambiará en lo absoluto la forma en la que está haciendo política en Estados Unidos o lo mucho o poco que se respeten los derechos humanos de aquellos que allá buscan asilo; pero como dije anteriormente, es una acción simbólica. Un pequeño acto de resistencia.
    Alguna vez leí que todos somos literalmente energía nuclear explotando, porque estamos hechos del mismo material que las estrellas, y Trump acaba de perder la suya. Apostaría a que le duele.
     

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