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"Opinión"

"Genio y figura"

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21/05/2018

    Roberto Blancarte

    roberto.blancarte@milenio.com  

     

    A pesar de los ataques y agresiones, que algo de color le dieron, a mí en general el debate me pareció aburrido. Quizás porque en buena medida giró alrededor de dos temas con respuestas previsibles: Trump y los migrantes.

     

    Como era de esperarse, en estas cuestiones los candidatos estaban básicamente de acuerdo. Pero el debate, más allá de los temas, permitió observar un poco más a los candidatos, quienes, me parece, se mostraron como realmente son.

     

    Meade y Anaya están mejor preparados y son evidentemente más capaces. El Bronco y López Obrador con ocurrencias sin fundamento, sin preparación y sin conocer realmente de lo que hablaban. Uno sabe que puede decir cualquier barbaridad pues, al cabo, todo mundo tiene claro que no va a ganar y el otro es de un simplismo mental que está convencido que puede hacer entrar en razón a Donald Trump. 

     

    El Bronco, en realidad es una versión norteña de López Obrador. En su discurso, el problema de México es la clase política. Son los partidos y el sistema. Poco importa que él haya vivido toda su vida como priísta y que él siga viviendo del sistema, con una Gubernatura a la que regresará después del 1 de julio. Su ventaja es que a nadie le interesa atacarlo. Entonces puede decir cualquier cosa, que nadie lo toma en serio. No veo ni a los corruptos preocupados porque les van a cortar la mano o a los dueños de Banamex inquietos por una expropiación.

     

    López Obrador sigue siendo él mismo: Incapaz de argumentar y de debatir. Supuestamente un hombre de amor y paz, pero que a la primera responde de manera agresiva, con un dejo de resentimiento social (Ricky Riquín canallín, le dijo a Anaya). Se sigue moviendo entre la ingenuidad (lo de Trump) y el cinismo (sus muy cuestionados aliados y seguidores). Plantea puras cosas antiguas, como resucitar la anticomunista “Alianza para el Progreso”. Lo de la “mafia del poder” y el Prian ya aburre.

     

    Meade, en su elemento por los temas que él ha manejado (la SRE se ocupa de defender a migrantes más política exterior) se vio bien, un poco menos rígido y ciertamente conocedor. Se dio el lujo de atacar certeramente a AMLO. Finalmente, Anaya se vio como es: un joven inteligente y estudioso, que sabe prepararse y exponer sus puntos de vista, mejor que los demás. Se dedicó a criticar a López Obrador y logró que éste le respondiera en el mismo tono. ¿Será que quien va a la cabeza ya sintió la respiración del caballo que le sigue?

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