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"Aldea 21"

"Gobiernos en crisis"

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    Cuando nos referimos a gobiernos en crisis suele entenderse como la presencia de sucesos desafortunados que generan consecuencias negativas que ponen en riesgo la credibilidad de un gobierno. En otro sentido, la llamada crisis de gobernabilidad se caracteriza por la disfuncionalidad de las instituciones para solucionar conflictos que ponen en evidencia la falta de capacidad de los que están al frente del gobierno. Ambas crisis son producto de gobiernos que por razones de incapacidad, falta de experiencia y pericia política suman circunstancias que en el mediano y largo plazo generan situaciones de adversidad para quienes los encabezan.

    Todo gobierno corre el riesgo de vivir una situación de crisis, que generalmente se genera por muy diferentes tipos de situaciones. Para el consultor en comunicación política, Javier Sánchez Galicia, las más comunes tienen que ver con catástrofes, ya sean desastres naturales o accidentes graves; otras son resultado de fallos funcionales que ponen en riesgo de gravedad a sectores de la sociedad tales como epidemias y explosiones; pueden responder también a crisis de honorabilidad en las que se advierten casos de corrupción administrativa, sobornos, cohechos, secuestros, escándalos políticos entre otros; por otro lado están las amenazas económico financieras, relativas a fraudes y crisis económicas por la deficiencia en el manejo de los recursos públicos; así como las crisis internas, debidas a conflictos laborales, baja competitividad, cambios repentinos en cargos claves de la administración, huelgas; y por último las crisis sociopolíticas, generadas por situaciones como el terrorismo, delincuencia, narcotráfico, guerrillas, asesinatos políticos, etc.

    En nuestro País, es posible identificar cada uno de estos aspectos en distintos momentos de nuestra historia, hemos superado desastres como los terremotos de 1985 y el 2017 en la CDMX, explosiones de la planta de Pemex en San Juanico en 1984 y la provocada por la acumulación de gasolina en el sistema de alcantarillado en la ciudad de Guadalajara en 1992; de igual forma hemos padecido una larga lista de casos de corrupción que inician con los escándalos mediáticos desde la década de los 80, con el jefe de la policía del D.F. Arturo Durazo Moreno, hasta nuestros días, con gobernadores y funcionarios de todos los órdenes de gobierno; hemos vivido diferentes periodos de crisis económicas que dieron inicio en el gobierno de José López Portillo y consecutivos periodos de crisis económica posteriores; de igual forma, en los últimos 36 años, hemos sido testigos del deterioro del servicio público y sus instituciones como resultado de actos de corrupción y saqueo; finalmente enfrentamos la crisis en el plano sociopolítico, con las experiencias de crímenes políticos como los del periodista Manuel Buendía y el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio por mencionar tan sólo dos casos emblemáticos; así como el más terrible padecimiento de la historia moderna de México con el narcotráfico y la delincuencia, presentes ahora en prácticamente todo el País.

    Con la llegada del nuevo gobierno que dirige López Obrador, la esperanza de cambio todavía se mantiene a la expectativa, aunque para algunos sectores ya no tanto, a pesar de que en lo que va de los primeros cinco meses de su gobierno continúa manteniendo una importante aceptación. Sin embargo, los gobiernos de Morena en las entidades no corren con la misma suerte. En Sinaloa, por ejemplo, en los gobiernos municipales de Ahome, Mazatlán y Culiacán, la promesa del cambio verdadero se puso en duda desde los primeros meses de sus gestiones, las señales se volvieron cada vez más claras y cada vez quedó más claro que la promesa de terminar con los ciclos de gobiernos en crisis quedará sin cumplirse, y se posterga en al menos estos tres gobiernos locales.

    Hemos vivido y aprendido a vivir con un gobierno en crisis y a la vez hemos desarrollado capacidades para que el sistema político y económico funcione a pesar de las circunstancias y largos periodos de crisis en sus diferentes tipos y manifestaciones. Como sociedad nos acomodamos y gradualmente nos adaptamos a las circunstancias sin la mayor resistencia, en sociedades como la nuestra, afirma el pedagogo José Antonio Marina, se desarrolla una especie de cultura del fracaso, una mezcla de talento y estupidez que nos sentencia a padecer aquello que nos mantiene en la mediocridad de una crisis permanente. 

    Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.

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