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"PUERTO VIEJO"

"Hechos..."

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    Cuando nos referimos a los países milagro, es obligado citar el caso de Singapur, un país compuesto por 63 islas, situado en el sudeste asiático y que bajo el férreo  mandato del primer ministro Lee KwanYew, en pocos años, transitó de la pobreza a la prosperidad.
    Para lograr el virtuoso salto, KwanYew dejó de lado los compromisos políticos, dedicándose a gobernar, y para ello, combatió en serio el problema de la corrupción en el que se encontraba inmerso su país; impulsó una reforma educativa a fondo apoyada con una gran inversión; promovió la inversión extranjera y metió en cintura el comportamiento ciudadano con castigos extremos que todavía en la actualidad llegan a los azotes y a la pena de muerte a los corruptos, a los narcotraficantes y a criminales desalmados.
    Es decir, que Singapur entró al círculo de los países desarrollados no por la vía de la negociación política, sino a través de la aplicación estricta de la ley y bajo el rigor de un mandato autoritario y es ahí donde viene el punto de quiebre para nosotros, respecto a la ilusión de llegar a las grandes ligas del concierto mundial.
    Queremos llegar a ese nivel, sin hacer ningún sacrificio; caminar hacia la prosperidad no por camino empedrado, sino por una ruta con pavimento nuevo y por la sombrita.
    Según dice el todavía Presidente electo, que nos conducirá hacia mejores planos y para ello ha impulsado una serie de medidas a través del Poder Legislativo que de ninguna manera van en el sentido tomado por el transformador de Singapur, por lo menos, no de la recuperación del orden a través de castigos extremos, sino con una serie de medidas que transitan por el camino de la austeridad, el combate a la corrupción y la recuperación de la confianza en las instituciones; sí, las mismas que venimos mandando al diablo desde antes que el propio Peje, repudio ganado a pulso por la codiciosa y desprestigiada clase política.
    Y a propósito de la confianza en las instituciones, en el sistema de gobierno, López Obrador pretende ganarse la buena fe ciudadana y para ello ha logrado la aprobación legislativa para propiciar el nacimiento de una nueva ley denominada Ley de Fomento a la Confianza Ciudadana, enfocada a empresarios y prestadores de servicios.
    El nuevo instrumento legal parte del supuesto de la presunción de inocencia de todos los emprendedores, lo cual no es malo, ya que cuando un empresario cae en las manos de revisores fiscales o de otras normatividades, es tratado como un delincuente pescado in fraganti y difícilmente sale bien librado, bien sea de una multa o de una mordida.
    La nueva ley contempla la integración de un comité encabezado por el titular de la Secretaría de Economía del Gobierno federal, órgano que se encargará de formar un padrón de contribuyentes que será integrado por todos aquellos que comprueben estar al corriente de sus obligaciones tributarias y de otro tipo, como las laborales, de pesos y medidas y por supuesto, al respeto de los precios oficiales de los productos que se ofertan.
    Quienes estén en ese supuesto recibirán una constancia de pertenecer al padrón, vamos a decir,  de contribuyentes cumplidos, lo cual les evitará ser molestado por inspectores o auditores, salvo que por procedimiento aleatorio sea seleccionado para ser objeto de alguna revisión y si como producto de la misma sale reprobado será sancionado y botado del listado de empresarios o prestadores de servicios que recibieron un voto de confianza otorgado por las autoridades.
    Sin lugar a dudas la Ley de Fomento a la Confianza Ciudadana, es inédita en nuestro país y representa toda una oportunidad para los emprendedores y, con ello, se espera que cumplan de manera voluntaria con sus obligaciones y que esto derive en una mayor recaudación, y por supuesto, en una mejor cultura empresarial.
    Mi apreciación es que esta nueva ley es una extendida de mano de parte del Gobierno federal para recuperar la confianza de la ciudadanía, sin embargo, para conseguir tan noble propósito, no basta un gesto como el comentado, a ello tendrá que agregársele un ejercicio de gobierno honesto en todos sus niveles, enfocado, a la brevedad posible, al bienestar ciudadano.
    Hechos son amores y en ese terreno, el gobierno en sus tres niveles de Gobierno, tiene que empezar a mostrarlos para reconquistar la confianza ciudadana ¡Buen día!

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