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"DESDE LA CALLE"

"Imaginar Sinaloa sin desaparecidos"

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DESDE LA CALLE

    iliana_pr@hotmail.com

     

    El año pasado escribí en este espacio sobre “Ana”. Ella dejó su negocio y a su esposo en Tijuana para viajar a Mazatlán a buscar a su hijo, quien desapareció hace cuatro años después de que entró a un taller mecánico. En las últimas semanas volví a saber de ella y de la agrupación con la que participaba; habían desenterrado más de 40 cuerpos en un campo cercano a la ciudad. Después, leí en las noticias que requerían apoyo, necesitaban una retroexcavadora. Llamé para saludar y preguntar en qué podía apoyar, pero me dijo que los particulares tenían miedo, necesitaban más bien ayuda del Gobierno: tocaron puertas en la Fiscalía, en el Gobierno del Estado y con el Presidente Municipal, pero la respuesta había sido a cuenta gotas en algunos casos, y en otros una negativa. Los desaparecidos en Sinaloa no les pertenecen a las autoridades, para ellos es un asunto privado: de sus madres y sus esposas. Cosas de mujeres; de mujeres que nosotros hemos llamado resilientes.

     

    En los últimos años el concepto resiliencia, propio de la psicología, ha sido retomado por instituciones nacionales e internacionales para hablar de la capacidad de las comunidades para sobreponerse ante catástrofes a las que están expuestas. En Sinaloa, diversos grupos ciudadanos han sido llamados “resilientes” porque actúan en consecuencia de la catástrofe cotidiana de la violencia. Los grupos de búsqueda de desaparecidos son un claro ejemplo de ello. Mujeres, en su mayoría, cuyos familiares forman parte de los más de 40 mil personas desaparecidas en México.

     

    Las madres, esposas y hermanas de los desaparecidos se integran a los grupos de rastreo y abandonan sus trabajos, labores domésticas, y tiempos libres por salir a buscar a sus tesoros. Recorren las calles preguntando, siguen pistas, se entrevistan con delincuentes y policías, se internan en los cerros y en los pantanos, buscan en las casas, en cada camilla de hospital, en los cuerpos no identificados de los semefos y también debajo de la tierra. Y aunque los buscan con varilla y pala, mantienen la esperanza de que algún día quizás regresen y los encuentren sentados en la sala, diciendo que todo fue una confusión, que de nuevo están en casa. Mantienen viva la esperanza porque ya ha pasado en otros casos.

     

    https://www.noroeste.com.mx/publicaciones/view/ni-desaparecido-ni-muerto-estaba-en-estados-unidos-y-la-pgje-ya-lo-habia-enterrado-1068949

     

    Para críticos como Evans y Reid (2016) los regímenes liberales han dejado su compromiso con la garantía de la seguridad; ante escenarios que se salen de control han preferido difundir la idea de que las comunidades deben ser resilientes, que se tienen que adaptar y sobreponer de la mejor manera ante la tragedia. En esta tendencia, nos dicen los autores, se esperan ciudadanos que vivan más ocupados en librar las adversidades que en imaginar formas de cambiar sus realidades. Se nos ha hecho creer que la inestabilidad es inevitable; que lo mejor a lo que podemos aspirar es a reducir la exposición al riesgo o a sobreponernos.

     

    Horas después de que colgué con “Ana” recibí otra llamada. Las buscadoras habían decidido separarse y desintegrar el grupo. Ante la falta de apoyo, amenazas, y constante riesgo, habían llegado a un límite. El colectivo Una Luz de Esperanza ya no seguirá buscando, pero otros más lo harán. Seguirán en su camino por encontrar a sus tesoros, porque, como ellas dicen, no buscan justicia ni venganza, sólo encontrar a sus seres queridos. 

     

    Ellas seguirán sobreponiéndose al dolor y la angustia, y los demás no podemos seguir posponiendo la tarea: la situación nos exige, además de apoyarlas, entender los fenómenos de desaparición forzada en México, e imaginar y buscar otras realidades en las que las madres regresan a casa y vean a sus hijos sentados en la sala. Algunos buscan, otros como dice Rubén Blades “no miran afuera porque están dando la telenovela”, y otros más les toca imaginar y trabajar en las posibles salidas. 

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