Editorial
El segundo encuentro entre el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y el Presidente Enrique Peña Nieto marcó el inicio formal del traspaso de poderes.
Nos han vendido la llegada de López Obrador como el futuro del País, la “cuarta restauración” llegó a llamarla el mismo AMLO.
Y si “El Peje” es el futuro, por puro descarte el Gobierno de Peña Nieto es el pasado, lo viejo, lo que hay que cambiar, y para dejarlo claro, López Obrador aprovechó el encuentro con el Presidente saliente para dejar en claro que viene con la espada desenvainada.
Ahí, a un lado del todavía Presidente de México, AMLO anunció que cancelará la Reforma Educativa, la misma que hace seis años nos vendieron como la panacea que modernizaría al País y que llevaría en volandas a nuestros estudiantes rumbo al paraíso del desarrollo.
Nada de esto se consiguió, eso sí, cientos de plantones, marchas, enfrentamientos, miles de millones de pesos tirados a la basura y miles de horas perdidas de estudiantes que jamás recuperarán el tiempo perdido.
Pues resulta que nada de eso sirvió para nada y ahora regresaremos al pasado, que por cierto, tampoco garantiza nada bueno.
Y mientras los dos presidentes se tiraban pastelazos a la cara, con la mejor de las sonrisas, un fantasma sobrevolaba la reunión: el de la lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo.
La maestra no solo está libre, sino que presume apoyo del mismo López Obrador y se teme que regrese por lo que le quitaron; el sindicato de los maestros, el más poderoso del País.
El discurso del “El Peje” promete futuro, pero sus acciones comienzan a decir otra cosa, no hay tal vez “villana” en el País que supere a Gordillo, y su posible regreso al gremio magisterial se antoja un brinco a la prehistoria, esperemos que todo quede en un susto y que la señora regrese a las vacaciones eternas que se ganó con esfuerzo.
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