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"Opinión"

"Jesucristo-hombre-hijo de Dios-Dios"

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19/04/2019

    Rafael Morgan Ríos

     
    Con motivo de esta Semana Santa tal vez sea pertinente comentar sobre la historia, vida, muerte y resurrección de Jesucristo como hombre, en su calidad de hijo de Dios y en su divinidad como Dios. Para ello seguiremos algunas exposiciones en el texto autorizado “Cristo Jesús”, por el sacerdote jesuita Juan Manuel García de Alba y en la obra de Salvador Torre López, hermano marista: “Para Conocer Más y Seguir Mejor a Jesús de Nazaret”.
     
    En este último texto, el fraile marista Torre López, hace mayor hincapié en la naturaleza humana de Jesús, condición que lo acerca más a nosotros, al reconocerlo como hombre sufriente, alegre, rebelde ante la injusticia, pobre y defensor de los pobres, trabajador en labores comunes, que enseñaba con citas del antiguo testamento, dichos y parábolas, con las que dejaba sin respuesta a sacerdotes, fariseos y escribas de la época.
     
    En cambio, García de Alba, jesuita, expone que “Desde su origen, los cristianos experimentaron en Jesús una realidad supra-humana, divina”, si bien un hombre real y concreto; coincide también García de Alba que Jesús manejó conceptos “revolucionarios” para su época: “En Cristo no hay diferencia entre hombre y mujer”; “les dio fe, esperanza y amor a los enfermos” que eran, considerados hombres caídos de la gracia de Dios y que estaban endemoniados; declaró que “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado” o, lo que es lo mismo que el templo, la iglesia, se hizo para servicio del hombre y no el hombre para el servicio del templo; igualmente que “los niños están más cerca de Dios que los adultos”.
     
    Por su parte, el hermano marista Salvador Torre López, expone que Jesús enseñó con sus obras y con su vida, cinco principios básicos: la igualdad, la fraternidad, la solidaridad, la preferencia por los más desvalidos y la libertad. Para Jesús no hay diferencia entre hombre y mujer, entre esclavos y libres, entre pobres y ricos y aún entre justos y pecadores. “Para Jesús estar arriba y tener autoridad es para servir”. Proclamó también Jesús el concepto de fraternidad, pues todos somos hijos del mismo padre: “Vivan como hermanos y hermanas y ámense los unos a los otros”.
     
    Para el jesuita García de Alba, “Lo que Dios quiere del hombre es que decida libremente, que el hombre sea libre”. Su mensaje no es una imposición. Él mismo libremente decidió su misión. “Por su decisión Jesús asume el Plan de Dios... acepta ser el mesías y el redentor-salvador... incluso morir para anunciar el reino y salvar a los hombres”. La parte esencial del mensaje de Jesús es el Reino de los Cielos, “ligado a la esperanza de salvación y con el juicio final”.
     
    Por otro lado, “Jesús no anunciaba un mundo mejor, anunciaba un mundo nuevo”, “el reino de los cielos no es una etapa del mundo... no es el resultado de un proceso evolutivo, no es obra de los hombres... es por el contrario, la obra de Dios... es el mundo de la felicidad eterna”.
     
    Agrega el autor “El reino se da siempre que los hombres se responsabilizan del mundo, de la ciencia, de la cultura, de la política, de la naturaleza, pero principalmente cuando se responsabilizan de los demás, de la unidad, de la paz, del amor, del servicio, de la justicia y la libertad”. Es decir que, para alcanzar el reino de Dios, se requiere primero vivir responsablemente en el “reino humano”.
     
    El fraile Salvador Torre López se pregunta “¿Por qué el destino de Jesús fue la muerte en la cruz?”; ¿Fue Jesús enviado por el padre a morir en la cruz?”. Según la teología de San Anselmo de Canterbury, Jesús muere para reparar la ofensa infinita del hombre a Dios, muere Jesús para nuestra redención; sin embargo, si Jesús es todo amor a los hombres y a Dios, muere precisamente por amor a los hombres “... la muerte en la cruz aparece como el Índice Supremo del Amor de Jesús y del Amor del Padre”, pero los responsables y autores fueron hombres determinados y concretos. “A Jesús no lo matan los malos, sino los oficialmente buenos; las autoridades y los sacerdotes... Jesús murió... rechazado por el sistema, como diríamos hoy”.
     
     

    Como dice García de Alba, jesuita, “la presencia de Jesús y del reino, es motivo de gran alegría y no de temor” pues, según Mateo, “aun en la muerte estaremos en las manos del padre, sin cuya voluntad, ni un gorrión cae del tejado”; finalmente, como decía San Ireneo “Lo visible del padre es el hijo; y lo invisible del hijo es el padre”. Amén.

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