Jesús Héctor Muñoz Escobar
Todos los reflectores se centraron en el PRI y su precandidato presidencial José Antonio Meade. En realidad, toda la última semana de noviembre fue del ex Secretario de Hacienda, de Energía, de Desarrollo Social y Relaciones Exteriores y quien marca un hito histórico en el priismo al ser, el primer precandidato que no es militante de ese partido.
Priistas y no priistas opinaron sobre el abanderado y estuvieron pendientes de lo que sucedía alrededor de Meade, quien aprovechó muy bien su discurso de registro para reconocer al Presidente Peña Nieto por su trabajo transformador y a las Fuerzas Armadas encabezadas por el general, Salvador Cienfuegos y el almirante Vidal Soberón.
A los coordinadores de los senadores, Emilio Gamboa y de los diputados, César Camacho por utilizar su espíritu conciliador y negociador para construir importantes leyes. Por supuesto a Enrique Ochoa y Claudia Ruiz Massieu.
Sin olvidar a los mandatarios estatales, a los líderes de los sectores campesino, Ismael Hernández; obrero, Carlos Aceves y popular, Arturo Zamora.
Bien cayó que José Antonio Meade haya anunciado que van “a proponer una vía clara, realista y sensata de lo que México puede llegar a ser. De lo que va a llegar a ser cuando ganemos la Presidencia de la República. Necesitamos seguridad y justicia, porque la seguridad y la justicia no pueden depender de dónde se nace, en dónde se vive, ni de cuánto se gana”.
Porque debemos reconocer que la impartición de justicia pronta y expedita es un tema que está pendiente en México y son muchas las familias lastimadas por la ausencia de este derecho, que no un privilegio.
Hasta la sede nacional priista llegó el priismo de todo el país, de todas las generaciones, que incluso rebasaron la capacidad de las instalaciones; ahora, a ir a la precampaña que se espera sea propositiva, de diálogo, apertura, de frente a la nación, buscando una real alianza con la sociedad, con apertura, inclusiva, de propuestas y respeto a la pluralidad que se vive en México.
Por cierto, qué buen trabajo hizo la dirigencia partidista al conciliar con la ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega y evitar cualquier fisura al no poder inscribirse como precandidata Presidencial.
Muchos esperaban y deseaban un cisma en el priismo, como cuando competieron Francisco Labastida y Roberto Madrazo, o bien cuando el mismo Madrazo se enfrentó a la maestra Elba Esther Gordillo, que como se recordará llevó al Revolucionario Institucional a un tercer lugar en las preferencias electorales.
Pero no. Ahora no se repitió la historia y, pareciera, que aprendieron de aquel terrible error.
Y en el otro flanco el Frente Ciudadano se acerca a la hora de las definiciones. Tienen hasta el 13 de diciembre, es decir una semana, para elegir a su candidato a la Presidencia de la República.
El PAN insiste que la presencia que tiene en varios estados de la República y los congresos federal y estatales es suficiente para que a ellos corresponda –en concreto a Ricardo Anaya—la Presidencia de la República. Mientras en el PRD ya se inclinaron los aspirantes: Silvano Aureoles y Graco Ramírez, a favor de Miguel Ángel Mancera para que sea el candidato.
Estos serán días de definiciones en el Frente opositor y veremos si mantienen su interés de ir juntos a la elección del primero de julio de 2018 o terminan cada quien por su lado. Lo que sí es difícil predecir es qué va a pasar con Dante Delgado y su Movimiento Ciudadano, partido que no tenía una figura enfilada a la Presidencia de México.
En realidad, son pocos los que ven alguna posibilidad de que el Frente llegue a un acuerdo y así, ese segundo lugar que le pronosticaban, sólo debajo de Andrés Manuel López Obrador.
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