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"En Tribunales"

"¿Jueces o burócratas judiciales?"

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    david@bufetealvarez.com

     

    Durante mi carrera como abogado litigante he tenido la fortuna de conocer jueces, magistrados y hasta ministros de la SCJN, que me dejaron muy buena impresión, no tanto por su capacidad jurídica, pues en cierta medida se asume que es su deber tenerla por el puesto que desempeñan.
    Lo que más me ha impresionado de esos verdaderos jueces, es su sensibilidad social, su sentido de la justicia y la capacidad que tienen de entender que sus decisiones no son una hoja de papel fría, ni sus efectos se limitan a un expediente que se guarda en el archivo del tribunal.
    Estos jueces entienden que sus decisiones pueden afectar, para bien o para mal, a seres humanos de carne y hueso, por lo que nunca las toman fríamente, sino considerando el entorno social donde se van a ejecutar y, sobre todo, considerando el impacto que tendrán en la vida de los ciudadanos.
    Las sentencias y demás resoluciones dictadas por estos jueces han logrado cambios positivos trascendentales en nuestra sociedad y en nuestra vida diaria, por ejemplo, protegiendo al medio ambiente, protegiendo a grandes grupos de consumidores, deteniendo actos arbitrarios y abusivos de todo tipo de autoridades, etc. Ojalá todos los jueces que existen en el País fueran de este tipo.
    La realidad es que no es así. El tipo de jueces que he descrito son muy pocos, casi la excepción, aunque debo reconocer que, al menos actualmente, los jueces civiles del fueron común de este distrito judicial, están haciendo un gran trabajo gracias al liderazgo del presidente del STJ.
    Por su lado, en el Poder Judicial Federal, las cosas son parecidas, no tengo la menor duda de la capacidad y honestidad del presidente de la SCJN, ni de la de varios jueces y magistrados federales.
    Sin embargo, el trabajo que hacen esos buenos jueces se ve ensombrecido por lo que llamo los “burócratas judiciales” que, para mí, son aquellos que se limitan a buscar maneras de cumplir con la estadística para aparentar que son muy eficientes, a pesar de que la calidad de sus sentencias y resoluciones deje mucho que desear.
    O peor, se dedican a buscar maneras de deshacerse de trabajo desechando demandas o “litigando” en contra de las partes, retrasando y complicando los juicios con decisiones absurdas, ilegales y que son verdaderas trampas procesales, dirigidas a entorpecer los procedimientos para agotar a las partes y sus abogados.
    A estos burócratas judiciales no les importa que es lo que está en juego en el juicio que les tocó conocer. No les importa si se trata de ejecutar una sentencia que traerá como efectos positivos eliminar de tajo la contaminación generada por el rebosamiento del sistema de drenaje con aguas negras o con sangre.
    No les importa lo que tienen que sufrir las familias vecinas a las fuentes de contaminación, ni los daños a la salud que ya sufren o que están en grave riesgo de sufrir. Para ellos se trata de un frío expediente más, se trata de pura estadística.
    Y lo mismo sucede con sentencias y resoluciones que benefician a grandes grupos de consumidores o a toda una comunidad.
    Siempre me he preguntado si estos burócratas judiciales actuarían igual si lo que hacen pudiera afectar, para bien o para mal a sus seres queridos. Supongo que verían el expediente con otros ojos y tomarían otro tipo de decisiones. A lo mejor es lo que necesitan hacer.
    No son malos jueces por falta de capacidad o conocimientos, lo son porque son insensibles y no miden el impacto de sus resoluciones o de sus omisiones.
    A pesar de lo anterior, es decir, a pesar de que lamentablemente los buenos jueces escasean, he visto como las cosas están cambiando. He visto a abogados litigantes en lo individual ir alzando la voz poco a poco, presentando quejas y denuncias contra esos burócratas judiciales y lo mejor, he visto al Consejo de la Judicatura Federal ir poco a poco dándole más atención a esas quejas, imponiendo sanciones efectivas.
    Nunca tendremos jueces perfectos, ni se espera que lo sean, pero lo que siempre debemos buscar, es contar con jueces sensibles al entorno donde viven y a los efectos reales que tendrán las sentencias y resoluciones que dicten o las omisiones en que incurran, en la vida diaria de seres de carne y hueso.
    Los tribunales son el último bastión donde se busca justicia, pero no justicia en un papel, sino justicia real, con efectos en la vida cotidiana.
    Quienes acudimos a los tribunales, sean los ciudadanos o los abogados litigantes, no queremos ganar a toda costa, pero tampoco queremos perder a la mala, es decir, perder porque tuvimos la mala suerte de que el asunto le cayera a un burócrata judicial.
    Creo que es hora de que los jueces tomen plena conciencia de que sus decisiones no se limitan al frío expediente. El papel no se queja, pero los ciudadanos cuyos intereses y derechos están en juego en ese frío expediente si sufren o si se benefician por lo que hacen o dejan de hacer los jueces.
    Antes de dictar sus sentencias y resoluciones, sugiero humildemente a los jueces, que piensen que el afectado por ellas será la persona que más aman en este mundo. Les aseguro que decidirán de manera totalmente diferente.

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