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"LA VIDA DE ACUERDO A MÍ"

"La boda real vs la realidad"

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    alessandra_santamaria@hotmail.com

    @Aless_SaLo

     

     

    No recuerdo cuándo fue la última vez que abrí Twitter o Instagram y no vi las páginas de inicio saturadas por contenido relacionado a la boda real entre el Príncipe Harry y su nueva esposa, Meghan Markle (aunque supongo que ahora debería referirme a ella como Su Alteza Real, la Duquesa de Sussex).

     

    Porque crecí leyendo cuentos de hadas y la idea de ser princesa siempre me ha parecido fascinante, no puedo decir que formo parte de ese porcentaje de la población a la cual el evento le pasó desapercibido. La ceremonia me pareció hermosa y muy significativa, porque como muchos de ustedes sabrán, el hecho de que la Monarquía Inglesa admitiera a Markle no es cualquier cosa. Se trata de una mujer estadounidense, divorciada, católica y de raza mixta (su padre es caucásico mientras que su madre es afroamericana).

     

    A principios del Siglo 20, cuando el entonces Rey Eduardo VIII se enamoró de la socialité americana divorciada Wallis Simpson, la Corona lo obligó a escoger entre el trono y ella, por lo que tuvo que abdicar, así que no podemos negar que los tiempos han cambiado.

    Pero por más que esta unión sea una para mencionar en los libros de historia, ya que una mujer cuyos antecesores fueron esclavos ahora es parte de la familia aristocrática más conocida del mundo, no puedo evitar pensar en aquella realidad que Meghan conoce pero decidió ignorar.

     

    Una realidad donde ahora pertenece a una Institución que colonizó y oprimió a personas de las cuales no es tan diferente. Una institución que vive de los impuestos de su gente pero que fundamentalmente no hace nada por ella. Una institución que la obliga a cambiar de religión, renunciar a su carrera, al voto, a las redes sociales, a sentarse con las piernas cruzadas y hasta a la pintura de uñas de colores. Y a pesar de que nunca volverá a tener problemas financieros (aunque tampoco los tenía antes; gracias a la serie de televisión que protagonizaba se estima que posee unos 5 millones de dólares) y parece ser que está enamorada y feliz, no puedo sacudirme de la cabeza que la gran mayoría de las mujeres piensan que es un intercambio justo.

     

    Seguro, el título de “Su Alteza Real” es tentador, pero quiero creer que a las mujeres modernas nos criaron para aspirar a algo más que a enamorarnos de un hombre rico y guapo. No obstante, aunque todos los días trabajo por alimentar mi cerebro de ambición y progreso, me molesta que no pueda suprimir un suspiro de anhelo al ver cómo el Príncipe Harry toma con cariño la mano de su mujer.

    Algunos medios han decidido calificar a la unión de la pareja como “un paso más hacia la erradicación de la Supremacía Blanca”. Sin embargo, que la Familia Real ahora tenga un miembro cuya tez no sea del color de la leche no quiere decir que deje de ser una institución imperialista (y racista).

     

    Evidentemente, no tengo derecho alguno a decirle a Markle que su boda está mal porque existe a costa de un historial de opresión y explotación; lo único que pretendo hacer es enfatizar que aunque la ahora duquesa se ha ganado millones de corazones alrededor del mundo, tal y como lo hizo en su tiempo Kate Middleton, y ha obtenido enorme influencia social, lo hizo gracias a la aprobación de un hombre poderoso, irremediablemente atado a los ideales de pureza, patriarcado e imperio, por lo cual este matrimonio no resulta siendo una victoria para el feminismo y el progreso humano, si lo pensamos un poco.   

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