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@rodolfodiazf
El vértigo y frenesí con que transcurre todo en el mundo actual tiende a fatigarnos, exprimirnos, desfasarnos y deprimirnos. Necesitamos calma y tranquilidad para recuperarnos a nosotros mismos. Es cierto que el tiempo vuela, que es oro y las oportunidades se escapan, pero el riesgo que se corre de perder el control de nuestra persona es demasiado elevado.
Al ser entrevistado para el diario La Vanguardia por el periodista español Víctor Amela, el filósofo español Josep M. Esquirol consideró que no se debe hacer una apología de la lentitud: “Prefiero hablar de vivir la experiencia del día con parsimonia, calma, tranquilidad, serenidad. Hacer una cosa después de la otra, y hacerlo bien. Prefiero hablar de la bondad de la pausa más que de la lentitud”.
Esquirol manifestó su desacuerdo con la sentencia de que el tiempo es oro. “Es que esa frase expresa una mercantilización del tiempo, nuestra tendencia a convertirlo todo en recurso, en mecanismo de producción: recursos energéticos, recursos económicos, recursos alimenticios, ¡recursos humanos! Convertimos a las personas en meros recursos para la rentabilidad empresarial… ¡El lenguaje está hablándonos de cómo vemos el mundo!.. La máxima sensación de paz y plenitud es la del tiempo detenido”.
Expresó que nos atiborramos de actividades para evitar pensar en el destino de nuestra existencia. “Solemos llenar nuestro tiempo de frenesí justamente para evitar este pensamiento básico: ¡vamos a morir! En el fondo, nos ocupamos mucho para así estar fuera de nosotros, desaforados literalmente. Por eso Pascal acertaba: “El gran mal del hombre es no saber estar solo en una habitación”.
Reiteró que nos obsesionamos demasiado con el paso del tiempo, cuando lo más acertado es detenerlo: “Vivimos apretujando el tiempo, apresurándolo. ¡Así no hay serenidad posible!”
¿Valoro la bondad de la pausa? ¿Vivo desaforado?
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