Editorial
Ayer todo era felicidad para los agricultores sinaloenses, el anuncio del retiro del impuesto sobre el tomate mexicano hizo que gobierno y productores celebraran una victoria muy importante.
El pasado 7 de mayo, el Departamento de Comercio de Estados Unidos decretó un impuesto como pago compensatorio al tomate producido en México, del 17.5 por ciento sobre su precio, lo que desató en nuestro País una ola de inconformidad.
La noticia sacudió a México, pero en Sinaloa provocó un terremoto, el tomate es uno de los principales productos de la entidad, así que un impuesto de esta envergadura puso en entredicho la existencia de cientos de empresas del ramo en el estado.
A nivel nacional, solo la cerveza y el aguacate son artículos de exportación más importantes que el tomate, lo que motivó a los gobiernos federal y estatal a luchar a brazo partido, junto a los productores para eliminar el impuesto que amenazaba a la industria tomatera.
Finalmente, ayer el Gobierno de EU anunció el retiro del impuesto y México, y Sinaloa especialmente, celebraron la decisión de los estadounidenses.
Sin embargo, y a pesar de la felicidad, el “caso del tomate” ha dejado una lección a los productores sinaloenses: su debilidad ante un suceso inesperado, debido a su falta de variedad de cultivos.
Si el tomate o el maíz tienen problemas para comercializarse, el campo sinaloense tiembla.
Durante una entrevista, el Gobernador Quirino Ordaz Coppel reconoció la necesidad de diversificar la agricultura sinaloense, simplemente porque no se pueden poner todos los huevos en una canasta.
Es tiempo de que el campo mexicano encuentre nuevos caminos, después de todo, la tecnología, la tierra y la experiencia de nuestros agricultores ya existe, es cuestión de vencer los miedos al cambio y encontrar nuevas formas de riqueza en los surcos.
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.
