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"PUERTO VIEJO"

"La lista..."

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    Hoy es el penúltimo domingo del llamado mes patrio, a lo largo del cual, las notas relacionadas con las declaraciones del Presidente electo, Andrés Manuel han ocupado las primeras planas de los medios de comunicación y no pocas han sacado roncha en la delicada piel de algunos funcionarios de la administración de Peña Nieto, y por supuesto, en la de algunos capitanes del capital. 
     
    La última de AMLO fue la referida a que recibiría un país en bancarrota, para curarse en salud ante el seguro incumplimiento de algunas de las más sentidas promesas de campaña, como lo son las pensiones universales a adultos mayores, cuyo derecho se lo ganarán hasta los 68 años cumplidos y ya no a los 65 abriles.
     
    El término de bancarrota, como se sabe, regularmente se utiliza para referirse a la quiebra económica de una empresa o una persona.
     
    Ciertamente, la caja nacional no está en jauja, pero hay numerario suficiente para que el tabasqueño inicie su gestión, sin embargo, en otro sentido, en el social, sin duda alguna, el futuro Ejecutivo federal recibirá a un México en bancarrota  total.
     
    Argumentos para defender el hecho de la quiebra social, hay muchos, apoyados con  guarismos salidos de las estadísticas que tanto gustan a los tecnócratas. Van algunos, consciente de que han sido temas que están a diario en todos los espacios y que se repiten con el propósito de mantenerlos vivos en la memoria social.
     
    En cuanto a impunidad, por ejemplo, de acuerdo a las evaluaciones del Índice Global de Impunidad 2017, México se encuentra ubicado en el cuarto lugar, dentro de una clasificación de 69 países. 
     
    En nuestro país, aunque suene exagerado, según evaluaciones de La Universidad de las Américas Puebla, encargada del Índice Global de Impunidad México, registra que casi el 100 por ciento de los delitos denunciados quedan impunes debido a muchos factores, dentro de los cuales no puede faltar la corrupción, el resbaladizo lodo que priva en todas las oficinas gubernamentales.
     
    ¿Alguien duda que el Estado de Derecho está en bancarrota y que de ello se deriva la impunidad que reina en todo el territorio nacional?
     
    Del anterior bache se desprende otro rubro que está en plena quiebra, la seguridad social, abatida por la ola de violencia, en sus diferentes manifestaciones, que azota a la sociedad y de ello da fe el informe 2017 presentado por la organización apartidista, llamada Índice de Paz México, dentro del cual, se establece que en dicho año, la tasa de homicidios fue de 24 crímenes por cada 100 mil habitantes, y en concreto, 29 mil víctimas por muerte violenta.
     
    Por otro lado, la organización internacional Instituto de Economía y Paz, cuya sede se encuentra en Australia, en cuanto a criminalidad, coloca a nuestro país en el lugar 140 entre 163 países observados.
     
    El año pasado, según la apreciación de Índice de Paz México, la violencia nos costó 4.72 billones de dólares norteamericanos, lo que equivale a poco más del 21 por ciento del Producto Interno Bruto nacional, cantidad mucho mayor a lo que se invierte, por ejemplo, en el sistema de salud pública.
     
    ¿Acaso estos números, los robos comunes, las extorsiones y demás ataques a la tranquilidad de la sociedad no son prueba fehaciente de que México está en quiebra? 
     
    En el ámbito de las finanzas, México viene arrastrando deudas desde hace muchos años, con las consecuentes implicaciones que esto conlleva. La gestión de Peña Nieto no ha sido la excepción, ya que el costo financiero de enero a julio del presente año, alcanzó los 364 mil millones de pesos.
     
    Para dimensionar la cifra que pagamos en intereses, comisiones y otros adicionales, comento que a pesos actuales, tal cantidad, representa alrededor de 180 años de presupuesto del municipio mazatleco.
     
    Los tecnócratas comentan que la deuda es razonable y que inclusive, el país cuenta todavía con un amplio margen de endeudamiento. Muy probablemente así sea, pero el pago del costo financiero es altísimo, y lo peor, es que no se ve en qué se invierte el monto de dichos pasivos. Bueno, sí se ve reflejado en la abundancia que vive la clase política.
     
    ¿Es justo decir que el país está en bancarrota cuando destina miles y miles de millones de pesos para cubrir réditos y demás adicionales y ver que el resultado de los pasivos no se refleja en servicios públicos de calidad? 
     
    La lista de problemas que sufre la sociedad es larga y variada, es por ello que Andrés Manuel está en lo correcto cuando señala que México se encuentra en bancarrota. ¡Buenos días!
     

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