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"Opinión"

"La mitad del cielo mexicano"

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14/07/2018

    Arturo Santamaría Gómez

    No deja de ser una gran paradoja que en medio de la crisis partidaria más grande de la historia de México, brote el poder político de sus mujeres como nunca antes. Y de cierta manera esa crisis de los partidos con más antigüedad, PRI, PAN y PRD, es una crisis de la política masculina tradicional.
     
    En México persisten marcados rasgos machistas en su sociedad, para muestra habría que recordar las infames estadísticas de la violencia intrafamiliar; no obstante, la paridad de género en la representación política en el Poder Legislativo y en candidaturas de los partidos hay un notable avance. Y el hecho de que en el gabinete que propone Andrés Manuel López Obrador, sin que la ley lo obligue, casi la mitad de los cargos recaiga en mujeres; y que Claudia Sheimbaum vaya a ser la primera mujer electa para dirigir los destinos de la capital del País, habla de que el triunfo de Morena viene a significar también un cambio de género radical en la historia política mexicana.
     
    La participación de las mujeres en la Cámara Alta y en la Cámara Baja, ligeramente superior al 50 por ciento en la primera, y ligeramente inferior al 50 por ciento en la segunda, sitúa a México en el mundo con una representación legislativa de género muy avanzada.
     
    Es sorprendente que los cinco países con mayor participación de las mujeres sean de lo que anteriormente llamábamos del Tercer Mundo: 1. Ruanda, con el 61.3; 2. Cuba, con el 53.2; Bolivia, con el 53.1; México con el 49.2, y Granada con el 46.7 por ciento.
     
    La clasificación anterior muestra que no son los países con democracias antiguas y sólidas, como las de Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá, Japón y Australia, entre otras, las que han logrado que las mujeres cuenten con más poder político en sus congresos, aunque sí haya mujeres en la titularidad del Poder Ejecutivo como Angela Merkel, en Alemania, y antes Margaret Tatcher, en Inglaterra.
     
    Las mujeres no son mejores políticas por naturaleza que los hombres, pero el hecho de que históricamente jugaran, en la gran mayoría de la historia de las naciones, un papel secundario o de plano subordinado en la conducción de sus sociedades, y que en el presente esa situación esté cambiando sustancialmente en un buen número de países, nos da pie para pensar que, al menos, por su condición de género, habrá modificaciones en la manera de hacer política.
     
    Sabemos de casos lamentables de políticas mexicanas que se han corrompido y han abusado del poder, que no han demostrado más honestidad ni capacidad política para conducir correctamente la institución donde actúan. Mencionemos tan sólo a Elba Esther Gordillo, Lydia Sansores, Rosario Robles o Martha Sahagún; pero podemos afirmar que la mayoría se ha conducido con mayor rectitud y capacidad.
     
    En las legislaturas que se estrenan este año a nivel federal y en Sinaloa a nivel estatal veremos más mujeres que nunca, y en ambas las legisladoras morenistas serán amplia mayoría.
     
    En Sinaloa, las legisladoras que llegan al Congreso por Morena carecen de experiencia parlamentaria, pero dentro de ellas estará la Diputada Graciela Domínguez quien ya fue representante popular y tuvo una destacada actuación bajo las siglas del PRD.
     
    Graciela Domínguez, oriunda de la histórica Chiametla, en su primera incursión legislativa tuvo un desempeño digno e inteligente. Ella, por su experiencia, jugará un papel muy importante en la novel bancada morenista. Pero, ahora, no será parte de una minoría parlamentaría sino de la mayoría y, por lo tanto, su responsabilidad será mayor. Tendrá que tratar numerosos temas directa y frecuentemente con el Gobernador Quirino Ordaz, y éste deberá aprender a negociar con una mayoría legislativa que no es de su partido.
     
    Si Graciela Domínguez llega a ser la lideresa de su bancada, será la mujer con más poder político en Sinaloa en un escenario en el que puede nacer una nueva época en el País, si es que Morena cumple con la responsabilidad histórica que se echó a cuestas.
     
    Sinaloa estará representada en el Congreso de la Unión por un conjunto de mujeres valiosas, entre ellas, Merary Villegas.
     
    Esta joven mujer fue toda una revelación en la LXII Legislatura sinaloense. Valiente e inteligente, Merary ahora será parte de la mayoría legislativa en la casa de San Lázaro. En esta mayoría recaerán decisiones fundamentales en la orientación del nuevo Gobierno; pero también la posibilidad de iniciar una conducta política renovada, donde los diputados no lleguen tan sólo a levantar el dedo y a cobrar su salario, sino, precisamente a legislar, y con ello, a dignificar al Poder Legislativo.
     
    Así las cosas, el triunfo de AMLO y Morena el pasado 1 de julio, inaugura, al menos estadísticamente, con la mitad del cielo de otro color, una nueva época en la historia política mexicana. Y esperamos que eso no se quede en números sino en cambios cualitativos profundos.
     

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