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"Opinión"

"La politización de la educación"

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13/04/2019

    Cuauhtémoc Celaya Corella

     
    Ahora que se presentó y se congeló la reforma educativa de la 4T, que será el acta de defunción de la reforma educativa promovida por el gobierno de Peña, resurgió o volvió a la mesa del análisis, el descuido en que hace años se ha tenido una de las tareas más urgentes del gobierno y de mayor alteración en la piel social del colectivo nacional. De todas las tareas sociales que el gobierno, convertido en el poder político, debe de vigilar, fomentar, apoyar y darle toda la cancha para que se mueva, es la educación.
     
    Tal vez después, esté la salud y de ahí el resto de problemas por resolver, derivados de las conductas sociales y antisociales de los grupos que conforman la población. Descuidar la educación es descuidarlo todo Inge, o al menos, no permitir que embonen estrategias de solución para resolver las otras áreas. Y mira que un problema que ha escalado posiciones en demanda de atención, es la migración, que creo, se convertirá en el dolor de cabeza del gobierno en funciones.
     
    Pero regresando Inge a la educación, te puedo preguntar ¿desde cuándo ha bajado la  calidad de la educación básica? Recordemos que en el gobierno populista de Luis Echeverría, se introdujeron algunos cambios que afectaron el nivel de aprendizaje de los niños. Te diré dos de ellos: se dijo, que el niño escriba como quiera, pero que escriba. Esto dejó a la ortografía al margen, y se comenzó a visualizar una serie de errores que menguaron el aprendizaje y por consiguiente, eso bajó el nivel en el que debía soportarse una buena escritura y desde luego, una comunicación expresa eficiente.
     
    Se excluyeron materias de carácter social y humanístico, como el civismo y otras de ese corte. A finales de los años 80 e inicio de los 90, se prometía en las campañas políticas  una computadora para cada niño y la enseñanza del idioma inglés, como base para alcanzar mejores niveles. En aquellos años, todavía el campo migraba a las ciudades, y si en éstas, las escuelas carecían de buenas condiciones y ni había profesores preparados para la enseñanza del idioma, ¿cómo estarían las escuelas en sindicaturas y poblados alejados de medios urbanos? Como que los diagnósticos sobre el sector no eran estrictos para que a partir de ahí, se generaran políticas para mejorar la educación.
     
    Esa falta de programación en la tarea más primordial y esos bandazos que cada seis años se daban, sólo mejoraban la posición de los líderes que se convertían en diputados y presidentes municipales, y generaban séquitos de seguidores. Pensar en la mejora continua de la educación y la niñez, ni por asomo.
     
    Además, para el PRI, los maestros eran una reserva en votos y en acarreos, y lo fueron también para los panistas, con quienes generaron prebendas. La presencia del sindicalismo y sus ambiciosos líderes, politizaron lo que no debía por ningún motivo politizarse, cayendo en la corrupción y el desprestigio, y en donde el único perdedor fue la niñez al ser mal preparada desde su cimiento. Eso hizo que a las universidades llegara una masa humana, amorfa, crítica sin sentido, presionando para recibir dádivas y canongias, cambiando reglamentos para lograr sus propósitos. Un caso lo ilustra todo: 14 años tardó el actual Presidente en obtener su título profesional. ¿Tendrá la cédula?
     
    En la reforma, por ahora congelada, el actor sindical viene ejerciendo presión para verse favorecido, o al menos recuperar sus viejas prácticas que le dan poder y manejo corrupto de sus acciones. No aceptan la reforma peñista, no aceptan lo que propone AMLO. La amenaza queda en la mesa. Ni una ni otra, se volverá al viejo esquema y eso le conviene a los maestros y sus sindicatos.
     
    Pero no hay en los postulados propuestos, reformas al contenido de materias, a la estructura conveniente para el aprendizaje, no se involucran a los sectores sociales a que participen, no participan los gobernadores como responsables de la educación en cada entidad, menos están las organizaciones que se crearon para la mejora de la educación. Sólo priva el sentir y la decisión del Presidente.
     
    El sumiso Secretario de Educación, no se atreve a tomar parte importante en esta conformación, y sólo es un adorno más en un proyecto que ha ido a dar a lo que llaman la congeladora de San Lázaro, Inge. Eso sí, al sector se le hizo un recorte en un su presupuesto a ejercer en 2019.
     
    Así que, mientras los sindicatos solo piensen en sus privilegios, en su participación en la política y el fortalecimiento de sus líderes, que la educación ruede y ruede. ¿A quién le pueda importar que miles de niños del sureste no se eduquen o lo hagan deficientemente? Que en los estados del norte no peleen por recursos y mejores condiciones, que en el centro y occidente se cumpla precariamente, la educación mexicana no podrá contribuir a la solución de los problemas futuros.
     
    Y aguas, la maestra amenaza con volver again.

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