"La posibilidad de la eternidad: la conciencia es pura vibra"

Ser un ente autónomo, independiente, empoderado y apto para sobrevivir por sí mismo adaptándose al medio es uno de los arquetipos del humano contemporáneo. Asimismo, también se busca ser un individuo que descubre su identidad, que se reconoce a si mismo como un sujeto completo e integrado con el resto del universo. No obstante, lograr esto no es un paseo en el parque.

 

Completar el proceso de desarrollo para lograr ser uno mismo representa el principal objetivo del crecimiento humano, la consecución del proceso de individuación (no confundir con individualidad), de acuerdo al psiquiatra Carl Gustav Jung.

 

Se trata de un proceso que requiere del crecimiento del sujeto y del desarrollo de diferentes capacidades mentales, las cuales aparecen a lo largo del desarrollo humano. Este proceso es especialmente relevante y visible durante la adolescencia, momento en que la individuación de la persona le hace capaz de generar su propia identidad, diferenciándose de sus progenitores y empezando a reconocerse a sí mismo como ente propio y único. 

 

Para ello es necesario que exista una pertenencia, una vinculación con el entorno familiar y cultural que permita tener un punto de partida y un ambiente que facilite el proceso. Todo ello permitirá generar proyectos de futuro coherentes con uno mismo, así como la posibilidad de vincularse o desvincularse del mundo de forma sana y sincera.

 

El problema de nosotros los mexicanos, es que algunos se quedan anquilosados en una infancia mental, mientras otros se quedan estancados en la adolescencia. Particular es el caso de numerosos sinaloenses, muchos no tienen identidad (aunque la identidad “puntero/reggaetonero” es muy popular), ni sentido de pertenencia (no hay amor y respeto al entorno). Esto se ve reflejado en la falta de vinculación entre la sociedad y nuestro querido Sinaloa.

 

Todo esto se resume a que estamos en un estado colectivo de inconciencia, los sinaloenses somos seres inconscientes, la neta.

 

¿Qué es la conciencia?, ¿por que mi conciencia reside en mi cerebro y la tuya en el tuyo?, ¿cómo es que cada uno de nosotros somos nuestro propio centro de experiencias recibiendo información del mundo exterior?, ¿por qué ciertas cosas son conscientes mientras otras aparentemente no?, ¿una rata tiene conciencia, o una planta, o una bacteria?

 

La pregunta del millón es ¿cuál es la relación entre mente y materia? El problema de la respuesta a esta incógnita es explicar como la conciencia se relaciona con el mundo físico, el universo.

 

Una hipótesis que explica esta relación es la “Teoría de la Resonancia Cognitiva” (no confundir resonancia con disonancia).

 

Esta teoría sugiere que la resonancia (vibraciones sincronizadas) no sólo se encuentran en el corazón de la conciencia humana, sino también en la conciencia animal y la realidad física. Esto suena como un mantra hippie/new age, pero tiene fundamentos científicos, todo es pura vibra.

 

Absolutamente todas las cosas en el universo se encuentran en constante movimiento, vibrando. Aún los objetos que parecen estar estacionarios se encuentran vibrando, oscilando, resonando, a distintas frecuencias. Toda la materia se encuentra vibrando en cada una de las distintas escalas, desde la macro hasta la subatómica.

 

La resonancia es un tipo de movimiento caracterizado por la oscilación entre dos objetos. Cabe recalcar que algo muy interesante sucede cuando dos objetos que se encuentran a distintas vibraciones terminan vibrando a la misma frecuencia, se sincronizan. Este fenómeno es observable en todos los rubros de la naturaleza.

 

Cuando las luciérnagas se conglomeran en grandes números empiezan a destellar de manera sincronizada. Los láseres se producen cuando fotones del mismo poder y frecuencia se sincronizan. La rotación de la luna se encuentra sincronizada exactamente con su órbita alrededor de la tierra (por eso nadie ve el “dark side of the moon”).

 

Esto también se observa en el cerebro humano. Los neurocientíficos podemos identificar la actividad cerebral mediante un electroencefalograma, el cual detecta las descargas neuronales (a distintas frecuencias). La conciencia humana está asociada con distintos estados de sincronía neuronal.

 

Tomando en cuenta la conducta de las distintas entidades que nos rodean, desde electrones hasta átomos y moléculas, desde bacteria a roedores y humanos, todas las cosas tienen un poco de conciencia.

 

Probablemente la conciencia no emergió en algún punto de la evolución, sino que siempre estuvo asociada con la materia, y viceversa. Son dos caras de la misma moneda. Sin duda, tienes más conciencia que una bacteria, esto se debe a que la materia se encuentra más interconectada en el cerebro humano, y por ende tiene más conciencia (en teoría).

 

Los vínculos que permiten una conciencia colectiva a gran escala (la vida después de la muerte) es una posibilidad. Esta resultaría de una resonancia compartida entre constituyentes individuales que alcanzan la colectividad (los humanos, la flora y fauna del planeta, el universo).

 

Cada uno de nosotros es un explorador y cada uno es un representante de la especie humana en este vasto cosmos. Nuestro mundo se encuentra en peligro por que la mayoría de los humanos son incapaces de resonar con el mundo que les rodea. Nuestro planeta se encuentra en crisis por la falta de conciencia.

 

Tal vez no existe el cielo, pero puedes alcanzar la inmortalidad. Sé más consciente y buena vibra. Deja el teléfono celular y sé parte del mundo. Lo que hacemos en esta vida importa, que tus buenas acciones resuenen a lo largo de tu comunidad y hagan eco en la eternidad.