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"Tierra Nuestra"

"La presidencia de AMLO ¿el fin del neoliberalismo?"

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    epalaublanco@yahoo.com.mx

    Después de 34 años se pretende eliminar el neoliberalismo, que inicia primero con Miguel de la Madrid (1982-1988), con la venta y privatización de las primeras empresas paraestatales; es la ruptura del modelo prevaleciente por más de tres décadas: el modelo de crecimiento económico, sustitución de importaciones, desarrollo hacia adentro y economía mixta.

    Desde la década de los cuarenta, la estrategia de desarrollo en México se sustentó en la protección del mercado interno, a través de barreras arancelarias y no arancelarias que mantuvieron al aparato productivo virtualmente aislado de la competencia internacional.

    Salinas de Gortari en 1994 firmó el TLCAN; establece los cimientos de la teoría neoliberal en México, que con un tratado internacional de por medio, que hace mucho más difícil retirarse. Aunque Andrés Manuel López obrador lo está intentando, por todas las leyes aprobadas por el Congreso que están siendo cuestionadas ante la Suprema Corte por distintas vías: controversias constitucionales, acciones de inconstitucionalidad y una profusión de amparos, pero dependerá de que la Suprema Corte les dé la razón a los demandantes. Es evidente que el Presidente quiere regresar a la época del hiperpresidencialismo de la época del PRI. Pero va a ser difícil que la Suprema Corte acepte como constitucionales todas las reformas promovidas por él. Sería muy lamentable aceptar esa nueva concentración de poder en el Presidente.

    Aunque fue por el hartazgo del pueblo, con la burla de los gobernantes de sexenios anteriores era tal, que la mayoría, posiblemente de la gente más pobre y la izquierda, eligieron a Andrés Manuel López Obrador como su Presidente para el período 2018-2024, con el 53.2 por ciento de los votos y consiguió para sus candidatos a diputados la elección de 308 diputados de 500 (61.6 por ciento), 69 senadores de 128 (el 53.9 por ciento), lo que le da a esta coalición una posición dominante para aprobar leyes que requieran solo una mayoría simple. Habrá que ver qué predomina con las decisiones de la Suprema Corte. Pero volver al hiperpresidencialismo de la época priista sería un gran retroceso.

    Trabajando en el sector agrícola me convencí de que el fundamentalismo de mercado, como define Joseph Stigler al neoliberalismo, ha perjudicado al sector y condenado su futuro a depender de apoyos, con resultados muy negativos: sobreproducción en Estados unidos en los últimos cinco años de los principales granos (maíz, sorgo, trigo, soya y algodón) y en México, en un período similar de maíz, frijol y garbanzo, por la falta de diversificación de cultivos, deprimiendo más sus precios.

    Todavía este año en Sinaloa hubo sobreproducción de maíz; 6 millones de toneladas que está muy por arriba de la capacidad del mercado, con precios ya deprimidos por la sobreproducción en Estados Unidos; aparentemente el garbanzo parecía recuperarse de la sobreproducción de tres años cuando menos, pero no fue así. Los precios han bajado recientemente y las exportaciones se han parado. La incursión del garbanzo en el mercado internacional, con la fuerte presencia de India, Estados Unidos y Argentina hace muy poco confiable la posible recuperación del mercado.

    Los economistas agrícolas reconocen que los mercados agrícolas, particularmente los granos, se caracterizan por una inelasticidad de precios de la oferta y una inelasticidad de la demanda. Esto significa que el efecto de las señales de precios -particularmente los precios bajos- en la cantidad de productos que producen los agricultores y cuánto compran los consumidores son muy débiles. Esto se traduce en una dificultad para ajustar la oferta a la demanda produciéndose excesos de producción. Y por consecuencia precios bajos para los productores.

    Era de esperarse que el Presidente entendiera la necesidad de adaptar la política agrícola de forma diferente. Pero no lo hizo porque no lo sabe ni le interesa; eliminó los apoyos del Presupuesto de Egresos de la Federación, pero el Gobernador convenció a López Obrador que era muy peligroso dejar a los productores abandonados a su suerte, por el riesgo de una rebelión que pudo terminar con la toma del aeropuerto de Culiacán.

    Entonces asignó a Segalmex la entrega de apoyos al maíz, probablemente de los sobrantes de sus programas en el sureste, pues el presupuesto de apoyos a la agricultura comercial desapareció. El desempeño de Segalmex ha sido sumamente burocrático: entregando un apoyo que primero calculó mal y que finalmente debió corregir. Pero la función de árbitro no se ejerció para controlar los abusos de los grandes compradores que fijaron a su antojo los precios, mediante las bases pagadas, que ni se intentó evitar. Si la Sagarpa no lo hacía muy bien, Segalmex simplemente no le interesó y se mantuvo al margen. Se concretó a dispersar los apoyos para llegar al precio de garantía acordado para la agricultura comercial.

    La experiencia en el sector agrícola constata que el gobierno de Salinas incluyó al sector en el acuerdo por un radicalismo neoliberal. Y me refiero exclusivamente al sector agrícola. En contraste, el gobierno canadiense desde la primera firma del TLCAN dejó fuera de la liberación al sector lácteo. Y que ante la necedad de Trump y su prepotencia, obligó a Canadá a cederle solo el 3 por ciento del mercado lácteo en la firma del T-MEC.

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