"Las horas gastadas"

Iniciamos un nuevo camino. Dejamos atrás 365 episodios de nuestra vida. Comienza un sendero lleno de oportunidades y desafíos. No sabemos cuántos gozos y tristezas se entrelazarán, pero sí comprendemos que el éxito dependerá de la actitud y filosofía con que encaremos el futuro.

 

Es hora de hacer un balance de lo sucedido, de analizar lo acontecido y lo que pudo acontecer. Es momento de revisar y de sopesar, de examinar qué hicimos y qué nos faltó por hacer. Es tiempo oportuno para tomar aliento y reemprender la marcha con mayor impulso, vigor y energía.

 

Es frecuente hacer una larga lista de propósitos, pero generalmente todo queda en buenas intenciones. No importa si la lista elaborada es corta, de lo que sí debemos preocuparnos es de secundarla con acciones.

 

Conviene discernir en qué gastamos las horas vividas. Si las gastamos en amar u odiar, en servir o lucrar, en bendecir o maldecir, en acariciar o golpear, en abrazar o rechazar, en perdonar o criticar, en rezongar o agradecer.

 

Señala un refrán que “el tiempo perdido hasta los santos lo lloran”. Sin embargo, no es momento para lamentarse, sino de ajustar metas, rectificar y reprogramarse.

 

Dice el poema “Las horas gastadas”, de José María R. Olaizola:

 

 “Escribiremos, con nuestra vida, un Magníficat. Cada episodio se enlazará hasta trenzar una historia de amor, justicia, derrota y redención.

 

Cantarán las gargantas, pero más cantarán los hechos, las horas gastadas, las lágrimas, las risas sinceras, la compasión, las preguntas eternas, los besos sembrados, las fronteras vencidas, cada salto al vacío tras una buena noticia.

 

Somos lienzo en blanco que se llenará de trazos, con los días y los años para plasmar, a retazos, la historia de Dios y nosotros”.

 

¿En qué gasté mis horas? ¿Aproveché o derroché mi tiempo?

 

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@rodolfodiazf