A finales del año 2013, se llevaron a cabo en Culiacán dos asambleas estatales para constituir a Morena como partido político. En ambas participé como promotor e integrante del equipo de registro electoral. Lo hicimos decenas de ciudadanos.
La primera se realizó el 17 de noviembre. Desde temprana hora comenzó a circular información relativa al bloqueo de autobuses, supuestamente por parte de la autoridad estatal gubernamental, que dificultaba el tránsito de camiones con simpatizantes del movimiento lópezobradorista que de todo el estado se dirigían al polideportivo del “Parque Culiacán 87” para participar en la asamblea en la que estaría presente su dirigente, Andrés Manuel López Obrador. Al final del día, algunos camiones no llegaron; por falta de quórum la autoridad electoral anunció que la asamblea no podía considerarse constitutiva.
Se programó entonces un segundo intento para el 1 de diciembre. Se fortaleció el trabajo organizativo y se sumaron históricos cuadros de la izquierda partidista en Sinaloa. Hubo algarabía y aplausos cuando en medio de la asamblea se informó que estaban presentes. Luego se dio el esperado anuncio: Morena realizaba exitosamente en Sinaloa su asamblea constitutiva número 22 con la participación de 3 mil 264 ciudadanos. Era un hecho, Morena se perfilaba a convertirse en partido político nacional.
Ahí, AMLO expresó la necesidad de limpiar al país de los corruptos como Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, y en Sinaloa de personajes como Juan S. Millán y el gobernador de entonces, Mario López Valdez (Malova), que, dijo “son grandes corruptos; los peores ladrones de Sinaloa son los políticos corruptos del Estado”.
En el plano nacional eran los tiempos del “Pacto por México” y localmente se vivía la luna de miel entre el PAN, el PRD y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), amorío político al que rápidamente se integró el PRI a eso que significó el Malovismo, tan cuestionado una y otra vez por López Obrador.
En una fallida asamblea informativa con militantes, realizada en octubre del 2015, AMLO declaró: “Vamos a seguir luchando en Sinaloa por la transformación del país y con el pueblo de Sinaloa. No nos va a detener la mafia del poder, ni Millán, ni Malova, ninguno de esos sinvergüenzas. Morena va a seguir adelante”.
Más tarde, en vísperas de la elección de 2018, el secretario general de gobierno de Malova, Gerardo Vargas Landeros, buscó convertirse en el candidato de Morena al Senado de la República. No lo consiguió. En entrevista a medios, Andrés Manuel, declaró públicamente que “Vargas Landeros no tiene cupo en Morena”.
Durante los dos años siguientes, Gerardo Vargas se ha dedicado a construir su regreso a la alta política. En esa búsqueda se incorporó a las Redes Sociales Progresistas, agrupación vinculada a la maestra Elba Esther Gordillo, a la que recientemente el INE le negó el registro como partido político.
Por eso ahora realiza una fuerte inversión en medios de comunicación de alcance estatal y nacional, y en pintas masivas de bardas que buscan -otra vez- posicionar su nombre en las encuestas, acciones que se dan al mismo tiempo en que aparecen en redes sociales, videos difamatorios contra quienes se pudiera considerar, adversarios políticos en Morena.
Olvida Gerardo Vargas Landeros que vivimos “tiempos interesantes”. Podrá pintar hasta el pavimento con sus iniciales y llenar de tréboles el espacio público, pero no podrá nunca borrar de la memoria de los sinaloenses el disgusto por el malovismo y su sello distintivo: la corrupción, cientos de desaparecidos y siete mil homicidios dolosos, mientras Malova, su jefe político bailaba en todos los actos públicos oficiales, al son de la banda.
Sin embargo, aunque los agravios del pasado pesan, la crisis en Morena por la dirigencia nacional es el resquicio perfecto para infiltrarse, toda vez que son escenarios de enorme volatilidad en que las ambiciones personalísimas afloran. Si eso ocurre, el proyecto de transformación nacional habrá fracasado.
ramirezleond@hotmail.com
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