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"DESDE LA CALLE"

"Locos peligrosos"

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DESDE LA CALLE

    iliana_pr@hotmail.com

     

    “¿Verdad que alguien que comete un crimen así está loco? ¡Tiene que estar loco!”

    Cuando las noticias nos muestran crímenes terribles, amigos y familiares piden a esta “loca”, que lee y escribe sobre violencia, que les dé una opinión. Esperan que les explique con detalle, pero en poco tiempo, las razones de la maldad, algo que por varios siglos se han preguntado filósofos y luego científicos sociales. Me llama la atención que la primera respuesta de mis amigos es: “el asesino está loco”, y me pregunto ¿Por qué asociamos la violencia con los problemas mentales?, ¿Realmente es tan estrecha la relación?

    En la percepción del público, los problemas de salud mental y la violencia están extremamente vinculados, y esto sucede porque el cine, la televisión y la literatura moderna nos han planteado esta relación intrínseca. En el pasado, los crímenes con extrema violencia, y sin causa razonable, o al menos las reconocidas por el orden establecido (porque conquistar nuevos territoritos para Dios sí era una causa válida y razonable de violencia extrema), se relacionaban con los fenómenos sobrenaturales, primero, luego con posesiones demoniacas. Después, hacia la Ilustración, comenzaron a reconocerse toda una serie de comportamientos antisociales e irracionales como productos de enfermedades mentales y se construyeron hospitales que eran verdaderas salas de tortura. Hoy en día, con el desarrollo de la psiquiatría clínica y la farmacoterapia tenemos mayor información sobre la manera cómo funciona el cerebro y sus procesos, y accedemos a diagnósticos más detallados. Para muchos también ha significado un reconocimiento de nuevos retos respecto a los “enigmas de la mente”.

    Aunque los estudios más recientes (Varshney, Mahapatra, et. Al., 2015; Baumann y Teasdale, 2018; McGinty, Goldaman, et. Al., 2018) han puesto en duda la relación entre crímenes violentos y las enfermedades mentales, y las estadísticas nos dicen que sólo el 5 por ciento de los delincuentes condenados por delitos violentos sufren padecimientos mentales mayores, (Appelbaum, Swanson, 2010), en el imaginario colectivo se arraigan fuerte las imágenes del perfil de “delincuente loco” que Cesare Lombroso presentó en el Siglo 19 y que ha sido tan atractivo para las historias de ciencia ficción y terror, y a las que Hollywood ha sacado cuantioso jugo, explotando nuestros temores más arraigados. “Niño, no te vayas hacia allá, te saldrá un loco”.

    Antes, nos planteaban al personaje violento “loco”, y nos dejaban mucho a la imaginación; ahora nos lo presentan con detalles que describen el viacrucis que enfrentan las personas con trastornos que tienen que lidiar con los efectos secundarios de los medicamentos, además de ciertos síntomas que son de difícil control, y, por supuesto, con la indiferencia del público que considera que por tener padecimientos mentales son sujetos peligrosos.

    Para algunos de estos estudios, el manejo que hace el cine y la televisión sobre la supuesta peligrosidad de las personas con trastornos favorece la estigmatización de los pacientes. La falta de empatía ante sus historias y necesidades contribuye a que no haya una presión pública ante las autoridades para mejorar la política de atención a la salud mental.

    Lo cierto es que muchas personas que padecen enfermedades mentales no son victimarios, más bien son víctimas de la violencia. No sólo son víctimas de la indiferencia y de la inexistente política pública para su atención, además sufren abusos y discriminación. De acuerdo con Varshney, Mahapatra, y otros (2015), “la violencia en contra de los pacientes con enfermedades mentales es mucho más frecuente que la violencia que ejercen quienes sufren estos padecimientos”. Cuando éstos tienen acceso a armas, por ejemplo, en una abrumadora mayoría tienen tendencia a cometer suicidios antes de agredir a otros (Baumann y Teasdale, 2018). Manifiestan a través de la autoagresión las heridas emocionales derivadas del abuso por parte de los “normales”.

    Entonces, ¿Quiénes son los locos peligrosos?

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