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"Opinión"

"Los intelectuales y la crítica"

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22/03/2019

    Arturo Santamaría Gómez

    santamar24@hotmail.com

     

    Nunca los intelectuales han compartido una sola trinchera filosófica, cultural y política. La pluralidad es, más bien, su signo característico. No obstante, hay intelectuales convencidos de que si renuncian a la crítica dejan de jugar su papel. La crítica a todo lo que consideren erróneo. Y, sobre todo, la crítica a los abusos del poder, cualquiera que este sea.

    No todos comparten la tesis anterior porque hay intelectuales muy selectivos, para no decir acomodaticios, a la hora de criticar. Se acomodan al poder cuando consideran en riesgo sus privilegios. Son selectivos porque no critican a todas las formas de poder, ni a todos los que gozan de él. Callan con frecuencia ante los que poseen el poder del dinero y de la política.

    Quiero hablar en esta ocasión de dos intelectuales mexicanos: Enrique Krauze y Élmer Mendoza. Los dos son, en diferentes campos, destacados hombres de ideas. Uno, en los campos de la historia y el ensayo político; otro, en el mundo de la literatura.

    Ambos han ganado un amplio reconocimiento nacional e internacional. Los tirajes de sus libros son abundantes y circulan en todos los países de habla hispana; sus obras las han traducido a varios idiomas. En lo particular, he leído casi todos sus textos y los he disfrutado, aunque haya discrepado con Krauze en algunos de sus ensayos políticos e históricos. Los disfruto porque desafían mis propias interpretaciones, porque me obligan a matizar mis puntos de vista e incluso, a veces, a enriquecerlas y modificarlas. De Élmer leí con mayor placer sus primeras novelas, pero no he dejado de acercarme a varias de las más recientes.

    Enrique Krauze es un indeclinable crítico de los abusos del poder, aunque obediente a sus maestros aun y cuando estos lo hayan silenciado, como sucedió con Octavio Paz, una vez que el gran poeta descalificó a su discípulo en la caracterización del PRI, cuando, durante el sexenio de Salinas de Gortari, el autor de La Presidencia Imperial suscribió la tesis de Mario Vargas Llosa de que el tricolor representaba “la dictadura perfecta”.

    Krauze es un liberal convencido, al grado de que a mi juicio, cae en el dogmatismo. Su defensa del liberalismo es tan cerrada como la de un duro marxista con su filosofía. Para él sólo parece haber un paradigma para interpretar la realidad. Krauze cree, como todos los liberales dogmáticos, que el liberalismo es una ciencia. No aceptan que tan sólo, como todos los paradigmas, es una, entre tantas construcciones e interpretaciones intelectuales del mundo.

    Pero, Krauze, no es un intelectual encerrado en su torre de marfil. No, él es un hombre de ideas y acciones comprometido con una visión del mundo y como tal también hace política. No milita en ningún partido pero generalmente se identifica en México con el PAN.

    Krauze, como buen liberal, es enemigo de que el Estado juegue un papel central en el quehacer económico de una sociedad, y es crítico de los sistemas políticos presidencialistas, como el mexicano. Por estas razones, y otras, es un sistemático opositor de López Obrador, al que llamó en un multicitado artículo “El Mesías Tropical”.

    Según una reciente denuncia de Ricardo Sevilla, un joven editor y escritor que ha laborado en diferentes medios periodísticos y literarios, el también discípulo de Daniel Cossío Villegas participó activamente en una campaña propagandística clandestina, respaldado financieramente por prominentes empresarios, entre ellos, Agustín Coppel, para combatir a Andrés Manuel López Obrador antes del 1 de julio pasado. Krauze lo niega, él dice que sus críticas las ha hecho abiertamente. Bueno, pues los ciudadanos podrán contrastar los argumentos de Krauze y su denunciante y crítico. Yo los leo y me convencen más los de Sevilla. El famoso autor del libro “Una democracia sin adjetivos” hizo política subterránea contra el ahora Presidente, pero no lo quiere reconocer; es decir, sigue haciendo política.

    Por otra parte, nuestro paisano Élmer Mendoza, incursiona en la crítica política- al menos yo no lo había escuchado hablar públicamente de ese tema ni en el ámbito local ni en el nacional- hacia el gobierno de López Obrador. Y qué bueno, siempre será importante que los hombres y mujeres de ideas ejerzan la crítica. Esperemos que lo siga haciendo y que también externe sus críticas al gobierno de Quirino Ordaz y a la dictadura partidaria que impera en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Hace falta que un intelectual tan importante como él señale las deficiencias y abusos del poder en su terruño.

     

    Posdata

    Me encontraba lejos de Mazatlán cuando te despediste de la tierra, estimado Joel Díaz Fonseca. Pero, estimado e inolvidable amigo, debes saber que mi esposa y yo admiramos tu honestidad, tu profesionalismo, tu inmensa calidad humana y tu irrenunciable fe cristiana. Ambos te agradecemos infinitamente que nos hayas dado la oportunidad de abrirnos las puertas de Noroeste, tu casa y nuestra casa periodística por varias décadas. 

    Un entrañable abrazo y hasta luego.

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