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"Desde la Calle"

"Los oscuros y extraños datos del feminicidio en Sinaloa"

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DESDE LA CALLE

    Esta semana, en los medios locales y nacionales fue noticia que Sinaloa ocupara el lugar número 1 entre los estados que presentaron mayores tasas de feminicidios en el 2017. Cuando digo que el dato fue noticia, no es porque nos sorprenda el tema de los feminicidios en un estado con alerta de violencia de género, sino porque dada la diferencia en cuanto a las cifras con otros como el Estado de México, el incremento entre el 2016 y el 2017 tendría que haber sido extraordinario para llegar a ese lugar.

    No obstante, a que la mayor parte de los medios presentó la noticia sin aclaraciones, en el informe del SESNSP se despeja la duda: el estado presentó todos los datos de mujeres víctimas de la violencia homicida como presuntos “feminicidios”, y a la vez informó cero homicidios.  De esta manera, Sinaloa triplicó y dobló los números que había reportado años atrás: de 14 y 43 en el 2015 y 2016, a 82 en el 2017.

    Dadas las estrategias que siguen fiscalías como la de Sinaloa, los datos de los feminicidios que presenta el SESNSP no nos sirven para evaluar la geografía de la violencia feminicida en México; mientras que algunos estados como Querétaro, Baja California Sur y Aguascalientes no reportaron ningún evento en esta clasificación, Sinaloa sobreestima el dato.

    Además, cada entidad federativa presenta los números de acuerdo las tipificaciones del delito vigentes en sus legislaciones. Sumado a esto, la falta de orden en los registros, y también la falta de perspectiva de género y sensibilidad de quienes investigan los delitos y recaban los datos, hace que la comparación sea insostenible.

    Las deficiencias en los datos reflejan la falta de perspectiva de género en las investigaciones de los posibles feminicidios. Las estrategias de subestimar o sobreestimar los datos, muestra que en las fiscalías y procuradurías no se están llevando a cabo protocolos para indagar en los asesinatos y tipificar los casos.

    En el caso de Sinaloa, la Fiscalía justificó su estrategia de presentar cero homicidios de mujeres porque "toda muerte violenta de mujer la clasifica como feminicidio, atendiendo a la perspectiva de género con que se realizan las investigaciones en la entidad". La realidad es que esta práctica sólo refleja que no hay una debida diligencia en cuanto a los casos: no saben cuáles son feminicidios y cuáles no; se presentan todos porque no se ha investigado los suficiente para clasificarlos, y para resolverlos.

    Si no existen registros confiables de cuáles son feminicidios, ¿cómo identificar la situación de violencia homicida por razones de género en Sinaloa? El análisis de otros datos sobre la violencia de género nos puede dar ciertas pistas.

     

    Los datos de homicidios de mujeres

     

    Para indagar un poco más, me di a la tarea de analizar los datos de los últimos años respecto a la violencia homicida contra las mujeres.

    Encontré, entre otros resultados, que mientras las cifras totales de homicidios desde el 2009, año de importantes enfrentamientos en Sinaloa en la Guerra contra el narco, se han mantenido más o menos constantes, entre 70 y 80 casos por año, no presentan el mismo patrón cuando se les desagrega por "medio empleado" para cometer el acto: los incrementos en las tasas de asesinatos de mujeres con armas de fuego responden a las tendencias de los homicidios de hombres; con altas en el 2010 y 2011, por ejemplo, mientras que los asesinatos de mujeres con otros medios, armas blancas, estrangulación, inmersión en líquido, contusiones, entre otros, tiene su propia tendencia y se ha incrementado durante los últimos cuatro años; del 2014 al 2017 aumentaron de 27 a 51 las víctimas.

    En la ceguera ante el problema de los feminicidios en el estado, uno de los argumentos recurrentes que incluso han sido mencionados ante los medios por altos funcionarios, ha sido el de culpar a las víctimas y acusarlas de estar involucradas con el crimen organizado. No obstante, es difícil pensar, que mínimo las 51 mujeres que en el 2017 fueron estranguladas, acuchilladas, golpeadas, asfixiadas y estranguladas, 10 de ellas menores de edad, no fueron víctimas de la violencia por razones de género.
     

    Las víctimas no son números
     

    Cuando hablamos de víctimas de la violencia es necesario significar las historias. Ante un mar de cifras de homicidios, violaciones y casos sin resolver hemos perdido la sensibilidad para concebir a los implicados como sujetos, los hemos reducido a datos y hechos que nos horrorizan un rato, y que después olvidamos.

     

    Es necesario hablar de números porque sólo con datos confiables podremos diagnosticar y entender la violencia, y así llevar a cabo acciones puntuales conocer los patrones generales. El mal manejo de esta información, y las omisiones, dificultan nuestro conocimiento de la realidad, y nos impide llevar a cabo acciones puntuales. Pero también se tienen que nombrar a las víctimas y reconocer sus historias: Jael Adeline, Dayana Fierro, Melany Guadalupe, Cindy y Érika, Jovana Mendoza, Eunice, Jazmín, María del Rosario, Alby Viridiana, Irma Leticia, Azucena, Flor, Janeth Jazmín, Marisela, Geaina Iveet, Bertila, Silvia, Sandra Guadalupe. Justicia para todas.

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