|
"Opinión"

"Los que merecen apoyo"

""
20/07/2019

    Cuauhtémoc Celaya Corella

    Cuando el tiempo se acelera y los seres humanos con él, quedan pocos espacios para la reflexión y para cimentar de lo que se vive en el entorno cercano, y apreciar lo que otros hacen de manera meritoria, aun con los obstáculos que les surjan. Ser una sociedad tan materialista y tan ávida de tener cosas, hace que ni a los de casa se aprecie y se les reconozcan sus esfuerzos y logros.

    Felicita a tu hijo, le dicen a un padre que vive con la competidora obsesión de tener más que su hermano, más que su vecino, más que su compañero de trabajo. ¿Y por qué lo tengo que felicitar? Contesta. Salió muy bien en la escuela, recibe como información. Y vuelve de nuevo expresando: pues ese es su deber, para eso pago una escuela tan cara.
    Este imaginario diálogo, Inge, seguro se da cada en ciclo escolar en algunos hogares. La total ausencia de la cultura del reconocimiento, del halago a quien, es cierto, cumple con su obligación, pero requiere alimentar su estima con el afecto de quienes son su entorno más cercano, su familia, y de ella, sus padres.
    Esto te lo comento, porque sabiendo del talento de los sinaloenses, que se distinguen en cualquier ámbito, sea cultural, deportivo, social, académico y otros más, poco se les nutre con el reconocimiento social sobre sus cualidades, actitudes y conductas frente a retos que les exigen dar ese extra, que los lleva a subir un pódium, obtener una medalla, un reconocimiento.
    Hace días, una estudiante de un colegio local obtuvo medalla de oro en matemáticas en la olimpiada celebrada en el país de Honduras; una más triunfó en Sudáfrica en matemáticas también, estudiantes de medicina de la UAS han salido triunfadores en países de América del Sur, estudiantes del Tec de Culiacán han obtenido primeros lugares en diseño y creatividad de prótesis para adaptarse en seres humanos, no se diga lo sobresalientes que son en el deporte y en la cultura.
    Sin embargo, la sociedad no les otorga a esos distinguidos culiacanenses, que los son tanto como los que una asociación premia por ser sinaloenses distinguidos, jóvenes en su gran mayoría, que están en formación académica los más, un aliciente que les permita continuar persiguiendo sus sueños de ser ciudadanos de bien dentro de una sociedad que necesita tanto de los buenos ejemplos.
    La prensa les dedica medía página, si bien va, los medios como radio y televisión, los acoge como relleno a sus espacios de noticias, y en las llamadas redes sociales, ni por asomo se convierten en tendencia. Ah, pero qué tal las series sobre narcotráfico que adulteran la realidad y hacen de Culiacán la ciudad del narco, la ciudad violenta. Esos programas si encuentran eco social y se expanden.
    Ahí, creo Inge, que la autoridad poco participa en reconocerlos. No son para nombrarlos personajes distinguidos, para beneficiarlos con alguna beca, pero una que se pague a tiempo, premiarlos con equipo de tecnología para sus investigaciones, sus estudios, no hay una casa comercial que como imagen mercadológica los tome para fortalecer su marca, y contribuyan a su pleno desarrollo. Son ellos, como esas estrellas que cruzan el firmamento y no pasa nada.
    ¿Cómo imaginar entonces que serán ejemplo de otros niños y otros jóvenes para que, imitándoles, el talento de la nueva generación siga produciendo lo que tanto urge, proyectos innovadores, nueva sabia que contraponga a la contaminada que reflejan los diarios, a diario?
    En ellos está una veta social que debe de aprovecharse para avanzar en la riqueza intelectual, cultural y deportiva que tienen los culiacanenses y que requiere ser impulsada de manera decidida. Lástima que las autoridades substituyen prioridades y caminan veredas que no se cruzan por los caminos donde radica el talento que triunfa.
    Te contaré dos Inge. En los 90, estando en la Universidad de San Miguel, participé como jurado en el último evento de oratoria que convocó el PRI estatal que dirigía el ingeniero Gandarilla. Durante las eliminatorias, los otros jurados y yo, íbamos encontrando valores en ese, ahora desmodado evento, hasta que nos quedamos con la ganadora. Una excelente oradora que venía de un Cobaes de San Ignacio. Sobresaliente pieza oratoria para una joven que mostró un talento excepcional. ¿Dónde quedaría en cuanto a formación profesional, tal oradora?
    Va la otra. Hace días, caminando por la calle Obregón, al llegar al cruce con Buelna, en los segundos que el semáforo da para cruzar, me topo con un viejo conocido, compañero en el sistema DIF en tiempos de la doctora Uriarte. Y después del rápido saludo me dice, Lic. quedamos en tercer lugar en un certamen nacional de cerámica en Tlaquepaque, celebrado hace una semana. Después de felicitar al artista de apellido García (hijo de Don Adrián), le digo, donde leo la nota, se ríe y me dice, en ningún lado, el ISIC está en su peor momento, no le da dinero el gobierno. Él siguió y yo llegué a la esquina.
    celayacorella@hotmail.com

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!