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"Opinión"

"Mala imitación"

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    WASHINGTON, D.C._ En 1950, en un discurso teatral ante un grupo de mujeres republicanas, el Senador Joe McCarthy alzó una hoja de papel y exclamó: “Tengo aquí en mi mano una lista con 205 nombres de miembros del Partido Comunista que trabajan en el Departamento de Estado... está infestado de comunistas”. Fast forward 69 años. Trump saca un papel del bolsillo interior de su saco y exclama: tengo aquí un “acuerdo secreto” con México que puedo implementar cuando quiera pero que necesita ser aprobado por el legislativo mexicano primero. ¿Contradictorio?


    Trump es una imitación de McCarthy. Al igual que el rabioso anticomunista, ganó las elecciones sembrando miedo. Lanza acusaciones infundadas. Inventa y repite mentiras para desviar la atención. Polariza. Manipula los ciclos noticiosos. Deja caer presuntas bombas informativas para controlar la narrativa.

    McCarthy solía sacarse de la bolsa acusaciones de última hora que forzaban a los diarios a detener las prensas y a las televisoras a interrumpir programaciones. Trump acostumbra disparar explosivos tuits mañaneros para dominar los noticieros matutinos y fijar la agenda del día. Reporteros y corresponsales extranjeros se afanan en retuitearlo y reproducir en tiempo real cuanta mentira dice.

    La conexión de Trump con McCarthy no es virtual. Roy Cohen, consejero jurídico de McCarthy en el Senado, fue abogado de Trump cuando el hoy Mandatario era un joven titán inmobiliario en Nueva York. Cohen, a quien Trump describe como el mejor defensor legal y consejero que ha tenido, lo adoctrinó en las argucias del macartismo. Nunca dar el brazo a torcer, nunca reconocer errores; mentir, negar, fabricar, atacar y contraatacar.

    McCarthy nunca dio a conocer los nombres de los presuntos comunistas en el Departamento de Estado. Trump tampoco reveló el supuesto “acuerdo” secreto. El documento de una cuartilla, entregado al Senado mexicano el viernes pasado por Marcelo Ebrard, lo exhibe como el mitómano que es. Corrobora que no hubo componendas ocultas como parte del arreglo alcanzado recientemente para frenar el flujo migratorio a cambio de suspender la amenaza de aranceles punitivos.

    La diferencia entre entonces y hoy es que la mayoría de medios -con la excepción de la burbuja de Fox News- no se tragan lo que dice. Un día antes del show del papelito, Trump sostuvo que México había aceptado “empezar a comprar de inmediato enormes cantidades de productos agrícolas” a los granjeros que su pleito comercial con China amenaza con arruinar. La prensa reportó que la Casa Blanca no pudo confirmar la versión. Ebrard negó que el acuerdo migratorio contenga cláusulas secretas sobre temas comerciales.

    Hace casi 70 años, los medios se limitaban a reproducir mecánicamente la propaganda anticomunista de McCarthy. Con contadas excepciones, no cuestionaban su veracidad. Quince notas diarias eran pocas. Eso contribuyó a inflarlo. Hoy, no hay afirmación que lance Trump que no sea cotejada con los hechos y con datos irrefutables. Más seguido que no, resultan falsas. Pocos medios le dan el beneficio de la duda. Según el tabulador de The Washington Post, Trump ha mentido 10 mil 796 veces.

    Un hábil fotógrafo de The Washington Post retrató el papelito que Trump enarboló. El diario logró descifrar su contenido (12/06/2019 The Washington Post). Dice que si en 45 días no se registran avances sustanciales en la reducción de la migración, Estados Unidos y México regresarán a la mesa de negociaciones para discutir otras opciones. Nada que Ebrard no haya dicho.

    The New York Times reportó la semana pasada que el acuerdo migratorio con México en gran medida consiste en acciones que México había aceptado previamente. Lo que no detalló el diario es que México se comprometió a expandirlas y acelerar su ejecución con un despliegue de personal y equipo sin precedente en toda la zona sur del país. Trump se indignó. “Otro reporte falso del fracasado @nytimes”, tuiteó (09/06/2019 The New York Times).

    Típico. Fabrica una crisis. Finge arreglarla y luego canta victoria. Pero esta vez le falló. México hizo muchas concesiones, puede que demasiadas, pero no le dio todo… al menos no esta vez. De ahí el cuento del misterioso papelito.

    Quizá en un universo alternativo exista un acuerdo de gran calado súper secreto que Trump anunciará en el momento propicio pero, en este planeta sincrónico, ni México ni la Casa Blanca saben de qué diablos está hablando. Puede imitar a McCarthy con desplantes teatrales las veces que quiera, pero a nadie convence fuera de su base dura que cree que todo lo que dice es verdad y todo lo que dice el resto del mundo es mentira.

    ¿Qué sigue? Si la migración baja significativamente en el plazo fijado de 45 días, Trump dirá envanecido que la diplomacia del chantaje funcionó. Pero si los flujos no son abatidos a niveles que le satisfagan, culpará a México y revivirá el espectro de los aranceles. México tendrá dos opciones: ceder a todas las demandas de Trump o poner a prueba su bluf. Si se atreve a cumplir su ultimátum, México debe echar a andar el Plan B de contramedidas. Por donde se le mire este capítulo no tendrá final feliz.

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