La nueva metodología de gestión estratégica poco se parece a la tradicional, y tenemos que implantarla ya.
Mirar hacia el futuro para definir hacia qué rumbo queremos navegar es tarea fundamental de la Dueñez. Los Consejos de Administración y los miembros de la alta dirección colaboran con el máximo líder de la organización en esta proyección hacia el futuro. Hoy los métodos de cómo llevarlo a cabo han evolucionado radicalmente.
Muchos empresarios y directores me comentan que ahora ya no hacen Planeación Estratégica como tal. Los planes a cinco años están desapareciendo de las prácticas de gestión. Nuevos mecanismos están sustituyendo los antiguos hábitos.
El nuevo paradigma es el de la Súper-Flexibilidad. Antes muchas compañías acostumbraban hacer una reunión cada dos o tres años. Se juntaba varios días el equipo de alta dirección; identificaban las Fuerzas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA); determinaban los objetivos estratégicos, y luego elaboraban los planes de acción y presupuestos para convertirlos en la guía estratégica de acción durante varios años.
Esto ha quedado atrás. El alto en el camino ya no alcanza a la velocidad de cambio, aunque lo hagamos cada año. Al convertirse el futuro en presente la variabilidad va en aumento. Nos sorprenden continuamente las consecuencias del desarrollo tecnológico, las telecomunicaciones, la rapidez de innovación, la globalización, las nuevas tendencias de los mercados y muchas cosas más.
Ahora necesitamos más agilidad, mayor capacidad de interceptar las oportunidades conforme se van presentando, y de modificar el curso de acción al encontrarnos con realidades inesperadas.
Ahora en Latinoamérica nos encontramos con nuevas expresiones de populismo. La nueva generación de gobernantes amenaza con volver a políticas que han demostrado destruir nuestra capacidad de generar crecimiento económico, y que retrasan nuestra capacidad de progresar.
Algunos países latinoamericanos volverán a estancarse y perder relevancia en los escenarios mundiales. Los empresarios debemos encontrar, mientras nos dejen, cómo seguir creando riqueza a pesar de tener que cargar con gobiernos ineptos y fantasiosos.
Lo que requieren hoy nuestros negocios es una mayor calidad de gestión estratégica, hecha por un creciente número de líderes, con capitanes y decisores pensantes en todas las áreas y regiones de nuestras empresas.
La planeación estratégica del pasado siempre ayudó a empresarios y directivos a levantar la mirada hacia el horizonte. Diferentes partes de nuestras organizaciones generaron proyecciones interesantes que luego se integraban y coordinaban. Aunque tenía sus deficiencias, sí que servía para enfocar el esfuerzo conjunto.
Pero hoy la regla del juego se llama saber explorar; intentar diversas alternativas estratégicas con flexibilidad e ir descubriendo cuáles de ellas funcionan y cuáles no, para impulsar las primeras y abandonar rápidamente las otras. Esto es complicado, pero es lo que nos han enseñado las exitosas empresas tecnológicas del mundo: necesitamos aprender a exprimir a fondo nuestras fórmulas y prácticas de negocio validadas, mientras estén vigentes; y explorar, evaluar, validar, impulsar y abandonar muchas opciones estratégicas como costumbre vital.
Las bases para poder hacer esto son nuevas, y si no las dominamos nos quedaremos fuera de la jugada. Tenemos que involucrar en nuestro sistema de gestión estratégica a un creciente número de líderes, de distintas partes de la organización y niveles jerárquicos. Las ideas tienen que fluir con menos obstáculos. Los proyectos tienen que avanzar sin distraer los procesos. Las oportunidades tienen que administrarse con mayor agilidad.
Para dominar estas nuevas bases requerimos dotar de visión estratégica a muchos de nuestros colaboradores, no sólo a los de más jerarquía. Tenemos que aprender a dialogar con mayor apertura y hemos de hacer fluir nuestros recursos humanos y materiales de manera más flexible.
El plan estratégico, como lo conocimos, está muriendo. Ahora necesitamos un nuevo calibre de colaboradores y una nueva cultura organizacional.
Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.
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