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"Observatorio"

"Narcopolítica, de Brooklyn a Sinaloa. ¿Qué más dijo Lucero Sánchez en EU?"

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OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

      

    Durante 19 meses, el Departamento de Justicia de Estados Unidos tuvo a Lucero Guadalupe Sánchez López sometida a interrogatorios sobre la actividad criminal de Joaquín Guzmán Loera, para fortalecer la acusación de los fiscales de que es el jefe del Cártel de Sinaloa. En ese tiempo logró santo y seña de los vínculos entre ambos sinaloenses y los tentáculos tendidos hacia la política nacional y estatal.

    De lo obtenido durante las horas de interrogatorios bajo presión, la Fiscalía estadounidense usó por lo pronto el quid del testimonio de la mujer cosalteca para incriminar a “El Chapo” como líder de la emblemática organización del narco. Pero otra parte de la información se halla en un expediente separado porque de haberla presentado al juez Brian Cogan este la habría considerado fuera de lugar.

    Es decir, a lo que dijo Lucero Sánchez al testificar contra “El Chapo” en la Corte de Brooklyn hay que agregarle la información que aportó sobre sus tratos con políticos sinaloenses que le ayudaron a ocupar un escaño en el Congreso de Sinaloa. La Fiscalía de Estados Unidos tiene el dato en sus manos y está por transferirlo a las autoridades mexicanas para los fines legales correspondientes.

    Es obvio que Estados Unidos la estaba cazando y la atrapó el 27 de junio de 2017 al cruzar la garita de la Mesa de Otay en Tijuana, tocando apenas el suelo estadounidense. El alegato de ella, íntima colaboradora de Guzmán Loera, le era vital al gobierno del país vecino en el gran juicio contra el jefe del Cártel de Sinaloa.

    Para esos fines, Lucero Sánchez ya aportó lo que tenía y al hacerlo consiguió atenuantes de la justicia de las barras y las estrellas. Otra parte de lo declarado ante el Federal Bureau of Investigation y la Drug Enforcement Administration no tiene importancia o utilidad para el gobierno norteamericano al ser la ex diputada el engranaje más pequeño de la enorme maquinaria del narco mexicano. El peso criminal de ella es irrelevante frente a la versión que aportaron testigos sobre la entrega de maletas repletas de dólares al ex Presidente Enrique Peña Nieto.

    Pero en el ámbito nacional o de Sinaloa sí adquiere valor la información recabada en Estados Unidos y consiste en dos cuantías: la que pueda tener para la justicia mexicana, habitualmente omisa, y la que adquiere para los partidos políticos, ordinariamente intrigantes, para derrumbar electoralmente al contrario. 

    La clave está en qué dijo, que aún no se conoce, y cuándo hay que hacerlo del conocimiento público. Lo que reveló a las agencias de investigación criminal del Departamento de Justicia estadounidense en relación a la narcopolítica sinaloense. Sea o no materia para el proceso judicial contra “El Chapo”, se trata de datos que en la lid electoral son tan letales como el veneno de cobra.

    Desde el día de la aprehensión hasta el momento de presentarla a la Corte del Distrito Este de Nueva York, el fiscal contó con suficiente tiempo para interrogar a quien considera su testigo estrella del juicio del siglo. Lo demás podrán ser residuos sin utilidad para el Tío Sam, pero cómo saciarían hambres de poder en México.

    ¿Quién hizo la propuesta para que los partidos Acción Nacional, Sinaloense, de la Revolución Democrática y del Trabajo la postularan en 2013 a la diputación por el distrito 16? ¿Pasó la decisión por el despacho o el Gabinete del entonces Gobernador Mario López Valdez? ¿En realidad no supieron PAN, PAS, PRD y PT de la relación de su candidata y luego legisladora con Guzmán Loera, cosa que todo Cosalá sabía? ¿Por qué todavía después de ser señalada por vínculos con el narco continuaron defendiéndola hasta la ignominia?

    Esto va más allá del improcedente perdón u olvido que sugieren los panistas Edgardo Burgos Marentes y Jorge Villalobos Seáñez. Ha llegado el momento de decirle adiós a la conjetura del “no sabíamos de su relación con el narco”, o aquel argumento engañabobos de la súbita aparición de la mujer cosalteca en la vida de los partidos que la hicieron su candidata. Si no, de cualquier forma la verdad llegará a Sinaloa procedente de Brooklyn.

     

    Re-verso

    Si ya lo confesó Lucero,

    Y siguen negando el tema,

    Solos se ponen el letrero,

    “El narco es nuestro emblema”

     

    Cuenta regresiva

    Del municipio de Angostura hacia el norte, la línea de ductos de Pemex significa una bomba de tiempo colocada sobre Sinaloa. La única diferencia es que en Tlahuelilpan alguien prendió la mecha y aquí las autoridades están esperando quién ponga el fuego para darles el pésame y las esquelas a las víctimas. ¿Es muy difícil que el Ejército en vez de resguardar el Palacio Municipal en Culiacán se vaya a cuidar las tuberías por donde fluye la gasolina, antes de que se conviertan en los veneros del diablo? 

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