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"DUEÑEZ* EMPRESARIA"

"Niveles de subsidiariedad"

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DUEÑEZ* EMPRESARIA

     
     
     
    No nos engañemos, si no respetamos la subsidiariedad somos totalitarios.
    La subsidiariedad consiste en dejar que los de abajo hagan todo lo que puedan (dentro del orden público), y en lo que no puedan, se les ayude para que puedan, de modo que todos se desarrollen al máximo. Así lo he dicho al hablar de totalitarismo y subsidiariedad. Hoy quiero hablar de diversos niveles de subsidiariedad.
    En la sociedad hay diversos niveles de mando, o de gobierno, y en todos ellos puede darse o no darse la subsidiariedad. Siempre hay un nivel mínimo de mando, en el que se manda a alguien que ya no tiene a quien mandar, como cuando se manda al que barre. Y el que manda al que barre suele tener quien lo mande; y éste también tener quien lo mande, y así sucesivamente hacia arriba, hasta llegar a alguien que ya no tenga quien lo mande.
    Tales diversos niveles de mando se pueden considerar sin límites que los acoten, como en la sociedad humana total. O se pueden considerar con límites que los acoten, como sucede en sociedades menores u organizaciones que existen dentro de la sociedad total: familias, universidades, hospitales, empresas, municipios, estados, países, etcétera.
    Las empresas pueden ser tan pequeñas y locales que sólo existan dentro de un municipio determinado, o tan grandes que sean internacionales y existan incluso por encima de los países, como sucede cada vez más en nuestro mundo globalizado.
    Además, las empresas pueden ser consideradas de manera muy general, como organizaciones cualesquiera; o pueden ser consideradas del modo moderno, como organizaciones dedicadas principalmente a lograr utilidades. Hoy normalmente hablamos de estas últimas empresas cuando no especificamos sus finalidades.
    En todo nivel de mando, si a quien se manda se le deja que haga las cosas como él (o ella) sabe y puede, o se le ayuda para que sepa y pueda, hay subsidiariedad. Y en caso contrario, si se le indica cómo son las cosas y cómo debe hacerlas, no hay subsidiariedad, con la consecuencia de que las personas no se desarrollan, o no se desarrollan como debieran, y tampoco las empresas a las que pertenecen. 
    Consideremos el nivel mínimo de mando y consiguiente subsidiariedad, usando el ejemplo del que barre. El nivel mínimo de subsidiariedad consiste en dejarlo que barra como pueda (o ayudarlo para que pueda). Pero tendrá que barrer, aunque se le deje barrer como pueda. Es decir, se le indica lo que tiene que hacer, aunque se le deje hacerlo como pueda. Y aun respetándole esa subsidiariedad mínima, puede ser que él no quisiera barrer, sino hacer otra cosa, de modo que se le respetara una subsidiariedad mayor.
    Y al considerar una subsidiariedad mayor, habrá que considerar y definir el ámbito mayor de lo que podrá decidir aquel a quien se manda; ámbito que podrá ir desde la limpieza general (barrer, sacudir, lavar, etcétera) hasta la dirección general de la empresa. Es decir, dicho ámbito abarca muchos niveles de mando y consiguiente subsidiariedad.
    La subsidiariedad, además, abarca ámbitos mayores, como poder dedicarse a lo que uno quiera, ya sea trabajar en otra empresa que se dedique a lo que a uno le gusta, o incluso iniciar uno su propia empresa, es decir, convertirse en un emprendedor. En tal caso, uno tendrá una libertad casi total, debiendo obedecer sólo las leyes civiles y morales.
    Incluso habría la posibilidad de decidir vivir en otro país, e incluso de iniciar uno su propio país. Hay aun quienes han querido gobernar a todo nuestro mundo, pero nadie lo ha logrado. Y quizá en el futuro haya la posibilidad de querer vivir en otro planeta, y aun de iniciar uno su propio mundo.
    El hecho es que subsidiariedad y libertad se relacionan de manera directa: a mayor subsidiariedad mayor libertad, y respeto de la dignidad y derechos de las personas; y viceversa.
    Y también es un hecho que subsidiariedad y totalitarismo se relacionan de manera inversa: a mayor totalitarismo menor subsidiariedad; y viceversa.
    Hay que considerar que todos pueden ser totalitarios en su propio ámbito, por pequeño que éste sea. También los empresarios.
     
    Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

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