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"EDITORIAL"

"Otra vez, en la sierra"

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12/09/2017

    Editorial

    Constantes se vuelven las agresiones violentas en la sierra de Sinaloa y constantes las promesas de que redoblarán esfuerzos para garantizar la tranquilidad de la zona. Constantes son las amenazas y constantes, las respuestas de quienes deben gobernar en el Estado.

     

    El tema de los desplazados por la violencia en Sinaloa no debiera ser tratado como un tema menor, sino como un asunto que requiere de atención urgente, no solo con la entrega de apoyos para satisfacer sus necesidades más inmediatas, sino con estrategias que les aseguren el retorno a sus lugares de origen.

     

    Pero ¿cómo habrán de volver si desde lejos, los desplazados por la violencia siguen viendo cómo la violencia sigue imponiendo sus reglas en tierras donde el Gobierno está ausente?

     

    Y muestra de ello es, otra vez, Concordia, donde en su zona serrana, un poblado se ve sometido a los grupos de la delincuencia organizada, que atacan y llegan a incendiar viviendas y vehículos, como se presentó en la comunidad de La Capilla del Taxte.

     

    La sierra de Sinaloa ha perdido al Estado, que no se ha atrevido a imponer orden en una zona donde los grupos criminales se disputan áreas para el cultivo y trasiego de drogas. La sierra de Sinaloa ha perdido a sus autoridades, que no ha querido voltear a los lugares donde el crimen impone su ley. Y la autoridad en Sinaloa parece que se ha dado por vencida en la disputa que la delincuencia organizada tiene de su sierra.

     

    Pareciera que entre las autoridades han adoptado que la inseguridad en la sierra de Sinaloa se resuelva por sí sola, mientras no afecte al resto de la entidad.

     

    Pero ha perdido de vista que la descomposición social que se registra en algunas comunidades de la sierra de Sinaloa es reflejo de la descomposición social que se vive en la entidad completa.

     

     

    Y mientras que no se entienda que la violencia en una zona se refleja en otra, Sinaloa seguirá siendo víctima de la inseguridad que impone la delincuencia organizada y frente a la cual, hasta hoy, no ha habido autoridad que la quiera enfrentar.

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