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"Observatorio"

"Pacto entre AMLO y Quirino"

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OBSERVATORIO

    Tarde o temprano chocarán
     
     
    De clara connotación política, la visita de Andrés Manuel López Obrador cumplió el objetivo de decirles a los sinaloenses que habrá una relación de respeto con los gobernantes distintos al Movimiento Regeneración Nacional, concretamente con el priista Quirino Ordaz Coppel. Fue la gira del agradecimiento e igual de elemental cortesía por parte de la izquierda dominante que sí les asestará algunos golpes a sus contrarios.
    El Presidente electo de México hace lo que tiene qué hacer. Lo cortés no le resta peso a la investidura que a partir del primero de diciembre lo catapultará al más alto nivel de representación nacional. Dentro de diez semanas se calará en la magnitud del águila azteca que pocos han enaltecido y muchos han mancillado.
    En la expedición para la cicatrización de las heridas que dejó la campaña electoral, López Obrador ofreció a Quirino Ordaz un pacto recíproco de cero autoritarismo, respetando y coordinando los dos ámbitos de competencia. En el encuentro en privado que sostuvieron en el edificio sede del Gobierno del Estado debió existir la marcada claridad de los linderos del poder.
    Sin embargo, tarde o temprano chocarán, si es que todavía no se ha dado alguna fricción entre ambos. El proyecto político que AMLO encabeza es de largo plazo, de varios veranos para que Morena no sea golondrina pasajera; el de Quirino es para dentro de tres años y consiste en recuperar la gubernatura y alcaldías para su partido, el Revolucionario Institucional. 
    Hoy es momento de civilidad política y en tal coyuntura de urbanidad auténtica o fingida lo que importa es Sinaloa. En los dos primeros años de su período de 58 meses Ordaz Coppel logró apoyos sin precedentes de parte de Enrique Peña Nieto y de 2019 a 2021 necesitará de mayor aptitud gestora para ir por más ante AMLO.
    La encrucijada de López no es menor. Con alcaldes de su partido en los principales municipios, tendrá que respaldarlos con recursos para obra física y humana con tal de resarcir el bajo de perfil de los ediles. El domingo en Mazatlán se notó que aparte de fanatismo poco o nada tienen para ofrecerle Jesús Estrada Ferreiro en Culiacán y Luis Guillermo Benítez en Mazatlán.
    Pero existe un punto de encuentro bastante adhesivo: la gobernabilidad. En las pocas horas que el Presidente electo estuvo en Sinaloa la violencia mostró en Culiacán sus insaciables fauces. El sábado penetró el campus de la Universidad Autónoma de Sinaloa con el atentado frente a centenas de estudiantes que le costó la vida al comandante Jesús Carrasco, y ayer plasmó su marca roja con cuatro cadáveres en el sector La Cascada.
    Eso es lo que aterra a los sinaloenses y poco importa si los gobernantes son del PRI o de Morena, pues lo que interesa a la población es que alguien, quien sea, aporte la tranquilidad y estado de derecho para vivir y desempeñarse en paz. Este tema tuvo un apartado importante en la conversación off the record sostenida entre López y Ordaz.
    En la atmósfera de crimen acechante, las diferencias políticas son tan insignificantes como el pelo en la sopa que prueba el náufrago tras días de ayuno. Qué importan Morena o el PRI cuando Sinaloa sigue a merced de células criminales que son capaces de actuar donde sea, como sea o contra quien sea para consumar sus crueles venganzas.
    En su visita a Mazatlán y Culiacán López Obrador se vio obligado a atender la recomendación del Ejército para que aceptara el discreto despliegue de seguridad alrededor de él. Está en Sinaloa, señor, le dijeron. Incluso los hechos violentos en la UAS, que providencialmente no cobraron la vida de estudiantes, debieron impactar en el virtual Mandatario federal para entender el drama cotidiano de Sinaloa.
    En razón de ello, más que un saludo lo que se dio entre el Gobernador y el Presidente electo es la agenda de trabajo conjunto para que ambos brillen, cada cual en su propia burbuja de ego, para que a Sinaloa también le vaya bien. Es la única alianza posible.
     
    Re-verso
    Oiga, virtual Presidente,
    Lo que las armas bramaron,
    Hoy que otra vez mataron,
    La paz de nuestra gente.
     
    Vivir para contarlo
    Para la historia, el arribo de Andrés Manuel López Obrador a la plaza cívica de Palacio de Gobierno prescindió del ritual hipócrita del poder, de los convoyes de guaruras y de los empujones a los ciudadanos. Lástima que no atendió a los periodistas ni a movimientos sociales que querían conocerlo fuera de las restricciones que impone la rígida formalidad del poder.

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