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"La Vida de Acuerdo a Mí"

"‘Parte de ese mundo’"

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    alessandra_santamaria@hotmail.com @Aless_SaLo





    Imagina que eres una niña pequeña. Imagina que creces, como millones de niñas alrededor del mundo, viendo películas sobre hermosas princesas, valientes caballeros y terribles villanos. Imagina que sueñas con, algún día, vivir uno de esos cuentos épicos tú también.

    Imagina que creces un poco más y te das cuenta de que nadie en esas historias se ve como tú. Nadie tiene ni tu color de ojos, ni tu tono de piel, ni tus características faciales. Te parece raro y te preguntas por qué será.

    Imagina que eres una adolescente y una joven adulta y sabes que formas parte de una sociedad racista o en el mejor de los casos, colorista, que privilegia a ciertas personas sobre otras por su apariencia física. Pero imagina también que un día, vas al cine o enciendes la televisión y en lugar de, una vez más, ver a una mujer que no podría ser más diferente a ti aunque lo intentara, ves a un hermoso ser protagonizar una producción y puedes decir con orgullo “Se parece a mí”, o “Si ella está ahí, ¿Por qué yo no?”.

    El pasado miércoles 3 de julio, Disney anunció que Halle Bailey, una actriz y cantante afroamericana, interpretaría a Ariel en la versión live, o en carne y hueso de “La Sirenita”. 

    Como tristemente era de esperarse, la decisión de la empresa desencadenó una controversial discusión en redes sociales sobre la importancia de diversificar a los personajes que vemos en pantalla y la inclusión de personas de color y otros grupos históricamente marginados en la industria del entretenimiento.

    Muchos fanáticos del clásico del autor danés Hans Christian Andersen se mostraron altamente insatisfechos con la  protagonista elegida, pues al ser una mujer negra, su origen y apariencia física nada tienen que ver con la de la princesa pelirroja.

    No obstante, miles de personas celebraron al nuevo elenco y felicitaron a Bailey por su  rol. En la opinión de este grupo, la raza de la sirenita no es relevante a la trama, y aunque su padre, el rey Tritón, sea un personaje de la mitología griega y los eventos ocurran en el océano de Dinamarca, cambiar la etnicidad de los personajes en nada afecta al cómo se desarrolla la historia.

    Mientras que algunos críticos insistieron en que está bien que cada vez más roles de Hollywood y otras industrias vayan a individuos de todos los colores y tallas, tendría mucho más sentido si se hiciera con ideas originales y no con proyectos basados en personajes preexistentes y con apariencias preestablecidas.

    Argumentaron, (sarcásticamente, claro) que papeles como Mulan o los protagonistas de Coco, nunca serían designados a personas caucásicas, por lo que entregar los roles de estos últimos a gente de color tampoco es justo. Sin embargo, la nacionalidad y cultura de estas figuras era la verdadera esencia de sus historias, por lo que simplemente no sería lo mismo. 

    Sin importar el paso de los días, las incesables peleas en redes y las supuestas “pruebas científicas” de que las sirenas, en caso de que existan, son blancas, nadie pudo ponerse de acuerdo en si era apropiado o no elegir a una mujer afrodescendiente como la princesa sirena. Lo único certero es que Halle Bailey y Disney se metieron a la bolsa una victoria para la diversidad y contribuyeron a la charla sobre su importancia en el cine y en el mundo, por no decir que lograron que todo el Internet hablara de ellos sin cesar, y seguramente ese era su objetivo.

    ¿Por qué es tan difícil de entender que una mujer negra puede ser una princesa? ¿Por qué es una atrocidad creer que puede hacer de un personaje cuyo único elemento irremplazable es el tener cola en lugar de piernas? ¿Debería Disney haber optado por contratar a un pez, en su lugar?

    En la opinión de los racistas, hubiera sido preferible.

    Para explicar la obsesión de Ariel con el mundo de los humanos, en la versión original de Disney de “La Sirenita”, la princesa canta una canción llamada “Part of that world” (Ser “Parte de ese mundo”). Pero apuesto a que si pudiera ver lo que somos, creemos y hacemos en realidad, no le atraería en lo más mínimo.

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