rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf
El 21 de mayo de 1990 fue asesinada la activista social Norma Corona, en la esquina de Zaragoza y Riva Palacio, en la ciudad de Culiacán.
Para recordar el 29 aniversario de este trágico acontecimiento, me permitiré reproducir algunos fragmentos de una colaboración que escribí en este diario a un mes de su fallecimiento.
A un mes de distancia de tan nefasto suceso seguimos lamentando que no haya nada claro. Se habla de que están realizando maratónicas pesquisas; de que ya se tienen pistas firmes, pero no se comentan para no entorpecer el curso de las investigaciones; de que se está metiendo el acelerador hasta el fondo para lograr la rápida solución del caso… No obstante, parodiando a Galileo, podemos decir: “sin embargo, nada se mueve”.
Aún más, es evidente que existen personas que hacen desesperados esfuerzos por atenuar el estrépito de este hecho; hay quienes lo minimizan alegando que se trata de un acto aislado; hay quienes se niegan a reconocer que nuestro estado se convulsiona por constantes estallidos de violencia; hay quienes llegan al descaro de afirmar que el orden social no se ha alterado.
Debemos ser conscientes de que la solución no estriba en reprimir o controlar, sino en educar, respetar y jerarquizar debidamente. “Lo que nuestra situación histórica exige –sentenció Einstein- es un cambio de mentalidad, pues las armas aniquiladoras no son la causa sino el resultado de un pensamiento aniquilador”.
Urge, pues, que nos decidamos a implementar medidas que ataquen el problema a fondo. No podemos seguir por más tiempo deslizándonos al compás de la cobardía o de la indolencia. Lo que más nos debe de preocupar no es el asesinato de Norma, sino que en nuestro estado el asesinato sea ya una norma.
¿Cultivo los valores? ¿Combato el pensamiento aniquilador?
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.