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"OPINIÓN"

"Penurias"

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    lqteran@yahoo.com.mx

     

    Dijimos al principio de la pandemia que ésta nos iba a dejar muchas y aleccionadoras experiencias. Se pudo conocer hasta qué punto los habitantes de esta Nación son capaces de extender su solidaridad, de acatar las importantes medidas y recomendaciones de la Secretaría de Salud. Poco a poco se empieza lentamente a regresar a la “nueva normalidad”. Tenemos la certeza de que la población seguirá cumpliendo los protocolos, establecidos por las autoridades, al pie de la letra, porque se ha demostrado disciplina y responsabilidad durante las fases de la pandemia.

    Con ese antecedente, no hay duda que la población cumplirá con los nuevos protocolos, puestos en marcha durante esta etapa de transición a la normalidad, para proteger a las personas del contagio de la epidemia; será de suma importancia su observancia puntual, con ánimo de prevenir que por un descuido se pierda lo ganado en el territorio nacional. La sana distancia y el quédate en casa siguen vigentes, de eso depende se pueda salir de la contingencia lo más pronto posible; si se relajan las indicaciones, la pandemia puede salirse de control y dar al traste con lo logrado.

    Es una disyuntiva de mucha importancia y la gente, los ciudadanos, tienen conciencia del momento que se vive, porque reciben información a detalle diariamente, inclusive sábados y domingos; no hay excusa de que no se sabe de los riesgos que se corren con el coronavirus si no se atienden las indicaciones de los expertos de la Secretaría de Salud. El Gobierno ha establecido un programa informativo que no deja cabos sueltos sobre las medidas a tomar para evitar contagios; hasta la fecha se puede presumir que la ciudadanía ha asumido una ejemplar actitud en atender las indicaciones contra la epidemia, no se puede pensar que en esta nueva etapa se relaje la disciplina, y se eche a perder lo ganado.

    Decíamos al principio que la pandemia ha producido algunas cosas interesantes en torno a la contingencia. Se han desmoronado y hecho polvo algunos estereotipos que hasta antes de la pandemia se consideraban infalibles. La solidaridad se ha revitalizado entre la población y la convivencia familiar se ha robustecido, lo que tiene mucha importancia. Los pobres conocieron la buena actitud del Presidente Andrés Manuel López Obrador, brindándoles apoyos para atenuar sus penurias en medio de la contingencia, algo inédito en este país porque lo que se conocía era un permanente abandono de los desposeídos. Esto viene a corroborar lo que se ha venido diciendo con relación a la transformación en marcha.

    Se ha anunciado un programa de muchos millones en apoyos económicos a los pobres por parte del gobierno, esos fondos de emergencia ya empezaron a fluir y concluirá su derrama a fines del mes de julio del presente año; es una derrama de dinero que está llegando directamente al beneficiario, sin intermediarios. Los programas sociales del Gobierno pretenden abarcar al 70 por ciento de los hogares mexicanos.

    Los detractores del Presidente López Obrador pretendieron, mediante una orquestada campaña de infundios y denuestos, minar la popularidad del Mandatario, pero fallaron en sus estrategias, porque el pueblo está muy despierto, rápido identifica lo cierto y lo falso. Ahora a la ciudadanía es imposible manipularla, identifica a los opinadores que siempre han actuado con tal falsedad y demagogia que raya en el cinismo, y los diferencia de los que son sus aliados y que siempre han luchado por sus reivindicaciones.

    Los ciudadanos, en su irrupción en la elección del 2018, con una actitud completamente consciente, decidieron ponerle punto y aparte al régimen corrupto y entreguista a los extranjeros. Eligieron un nuevo rumbo, que privilegiara la democracia auténtica, las elecciones libres, la libertad sindical y una economía basada en el progreso para todos.

    Los ciudadanos -pese a los tiempos difíciles de la pandemia- no pierden la esperanza en construir un México mejor, ven con optimismo el futuro y no pueden permitir volver al pasado inmediato -que se iba pareciendo cada vez más al Porfiriato de un pasado más remoto-. Conforme avance la transformación del país y la prosperidad florezca quedará claro que a ese pasado inmediato los ciudadanos le han cantado “Las Golondrinas” y, esas que asolaron el hogar patrio, no volverán.

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