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"Opinión"

"¿Por qué hasta ahora?"

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13/11/2018

    Joel Díaz Fonseca

    jdiaz@noroeste.com

     

     

    El pez por la boca muere”, decían nuestros ancestros, dicho de alcance similar a la sentencia de uso común en los tribunales, que advierte: “a confesión de parte, relevo de pruebas”.

    Ayer el director de planeación y desarrollo urbano sustentable de Mazatlán, Víctor Sáinz Sánchez, demandó que se respete y se reconozca la figura del Director Responsable de Obra, específicamente en la obra pública, figura que ha sido prácticamente un cero a la izquierda, según su perspectiva.

    No lo dijo con estas palabras, pero manifestó que a ello se debe que se hayan presentado tantos problemas en la ejecución de la obra pública, sobre todo en los últimos años.

    Sáinz Sánchez informó que el Director Responsable de Obra viene contemplado en el Reglamento de Construcción, sin embargo su figura no se ha tomado como prioridad para la ejecución de la obra pública.

    Puso como ejemplo lo ocurrido en el Tiburonario, que “desde sus inicios hubo muchas irregularidades y pues ahí salieron a relucir los problemas”, irregularidades que no se han resuelto, y que se encuentran en tribunales para proceder por la vía judicial contra los infractores y los funcionarios omisos.

    Extraña sobremanera el señalamiento del funcionario municipal, no porque no sea cierto lo que afirma, sino porque hace todavía un año estaba al frente del Colegio de Arquitectos del Sur de Sinaloa y como presidente de este instituto no hizo, que yo recuerde, una denuncia pública por esa grave irregularidad y transgresión del Reglamento de Construcción, como sí lo hace ahora como funcionario del Ayuntamiento.

    Como advertí el 4 de agosto en este mismo espacio, es laudable que los profesionales de la construcción se alcen para denunciar todas las irregularidades cometidas por los gobiernos estatal y municipal en las obras de remodelación y embellecimiento del Centro Histórico y la Avenida del Mar, lo cuestionable es que no lo hicieran en su momento, sino ahora, a toro pasado.

    Me referí expresamente a la denuncia del presidente de la Asociación Mexicana de la Industria de la Construcción en el sur del estado, Sergio Alberto Ibarra Arreola, quien sostuvo que las mencionadas obras fueron hechas al aventón, sin planeación y sin proyectos ejecutivos que los respaldaran.

    Por este solo hecho, que las obras se hicieran sin el necesarísimo proyecto ejecutivo, debieron haber rodado cabezas, tanto en el gobierno estatal como en el municipal, sin embargo, los responsables terminaron sus encargos y se fueron tranquilamente a sus casas.

    Las obras no fueron planeadas, fueron asignadas de manera rápida para salir de un apuro de imagen, no existieron proyectos ejecutivos que respaldaran esas obras”, acusó Ibarra Arreola.

    Se obviaron reglas y procedimientos, todo por salir del paso, y no les importó a las autoridades estatales y municipales “jugarnos el dedo en la boca” a los mazatlecos. Lo que les importaba era “apantallar” a los promotores turísticos y hoteleros de México y del Extranjero, aunque solo fueran obras como las de los estudios de filmación, que son pura fachada.

    Lo mismo debe decirse de la nula supervisión de la obra pública que se realiza en Mazatlán por la inexistencia de los necesarísimos directores responsables de obra, se trate de proyectos del Ayuntamiento, o de proyectos del Gobierno del Estado, que todavía hasta el último día de la administración municipal pasada estuvo metiendo su cuchara, pasando por alto la autonomía municipal.

    A la sociedad mazatleca no le dieron colchones usados y reciclados como a los damnificados en Culiacán, pero si le dieron obras mal construidas y mal terminadas, las cuales han tenido que rehacerse por su mala calidad y son un desgaste para los usuarios de las vías que se están rehaciendo y para el comercio y la hotelería.

    Por supuesto que urgen los denominados directores responsables de obra, pero que cuenten con la autonomía y la autoridad suficientes como para ordenar que sean paradas aquellas obras que no cumplan con los requerimientos previstos en la reglamentación, no importa que sean obras de gobierno.

    Hay además otro engendro, el Implan, que es el supuesto garante del desarrollo y crecimiento sustentable de la ciudad. ¿Cómo va a serlo si toda la primera línea de este organismo son funcionarios municipales, y como para no dejar, tiene nueve asientos para representantes de diversas cámaras y colegios profesionales, pero seguramente son ignorados, porque Mazatlán sigue creciendo de manera desordenada.

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